Los diferentes Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades han notificado a los funcionarios de salud pública de los 50 estados y cinco grandes ciudades que se preparen para distribuir una vacuna contra el coronavirus a los trabajadores de la salud y otros grupos de riesgo a finales del mes de octubre o principios de noviembre, según recoge The New York Times.
Esta última directriz es el indicador de una carrera acelerada por una vacuna y por aliviar a los hospitales de la carga de una pandemia que ha matado a más de 186.000 personas. Estas nuevas indicaciones llegaron justo el mismo día que el presidente del país, Donald Trump, explicó en un discurso que los EE.UU. podrían tener preparada una vacuna antes de que se acabara el año.
Durante la semana pasada, tanto el doctor Anthony S. Fauci, principal experto en enfermedades infecciosas del país, como el doctor Stephen Hahn, que dirige la Administración de Alimentos y Medicamentos, expusieron en diferentes entrevistas que había la posibilidad de disponer de una vacuna para ciertos grupos de población, antes de que hayan acabado los ensayos clínicos, siempre y cuando los datos sean positivos, recuerda el mismo periódico.
De hecho, hace unas semanas, cuando los Estados Unidos compraron casi todas las existencias de uno de los medicamentos que funcionan contra el coronavirus –el remdesivir– el doctor Fauci dijo en el Senado que no le sorprendería si los nuevos casos de coronavirus en el país llegan a los 100.000 diarios –en las últimas horas se han registrado más de 40.000. "Claramente no tenemos el control en este momento", explicaba. Y ponía de manifiesto que en los EE.UU. no se respetan lo suficiente las distancias de seguridad ni el uso de las mascarillas.
Las dudas de la vacuna
Ahora bien, tener una fecha sobre el calendario siempre añade más presión. Los expertos de salud pública han visto con cierta "preocupación" la notificación de estas nuevas directrices, especialmente porque la llegada de la vacuna sería cercana a las elecciones presidenciales.
Los críticos temen, según recoge el diario británico The Guardian, que Trump haya politizado el proceso de desarrollo de una vacuna y que esté intentando conseguir una justo antes de las elecciones, aunque no haya superado todas las fases y pruebas de seguridad necesarias.
Así, Fauci ha expuesto que, de momento, es "cautelosamente optimista", aunque también se ha apresurado a subrayar que "no estaría satisfecho con el lanzamiento de una vacuna si no es segura o eficaz".
¿Cómo se sabe si una vacuna tiene éxito o no?
La mayoría de los expertos coinciden con el hecho de que una vacuna infectiva es peor que ninguna. Precisamente por este hecho, los científicos remarcan la importancia de superar todas las fases con éxito. La fase tres de una vacuna sirve para determinar la eficacia y seguridad. Precisamente por este motivo, la vacuna rusa ha generado tantas dudas, porque no ha sido testada a miles de personas como se tendría que hacer, según coinciden los expertos. En un artículo de la BBC, los expertos detallan que es "crucial que (la vacuna) supere la fase 3 antes de ser distribuida".
"De esta manera se obtiene más información sobre la seguridad al mismo tiempo que se consiguen más datos sobre la capacidad real para proteger contra la enfermedad", explica Ian Jones, profesor de Virología de la Universidad de Reading, en el Reino Unido. Una vacuna "hasta que no la pruebas en un grupo más grande de personas no sabes si generará una respuesta inmune suficientemente buena para proteger contra la enfermedad". Y además, si no protege "se corre el riesgo de dar falsas esperanzas a la gente y que continúe la circulación del virus".
¿Qué diferencia hay entre la fase 3 y la fase 4 de una vacuna?
El epidemiólogo Gideon Meyerowitz-Katz señalaba hace unas semanas en un artículo de opinión en The Guardian que hay hasta cuatro fases. En una primera fase, la vacuna se administra a un pequeño grupo de personas en diferentes dosis para ver cuál es segura. En una segunda fase son un poco mayores, con grupos de centenares de personas, y se hacen controles para asegurarse de que se está desencadenando una respuesta inmunitaria y también para comprobar si hay efectos secundarios.
Los ensayos de fase tres son los estudios más importantes antes de la obtención de licencia, por eso normalmente se habla de tres fases a la hora de testar una vacuna. De hecho, los de la tercera fase son los que prueban si una vacuna funciona o no. Asignan personas al azar en dos grupos, vacuna y placebo. Y les hacen un seguimiento durante meses para ver si las personas que han recibido la vacuna se infectan menos que las que no. Esta fase es la mayor, y participan decenas de miles de personas. Meyerowitz-Katz detalla al artículo que precisamente eso es lo que permite buscar los efectos secundarios.
Los ensayos de fase cuatro, posteriores a la obtención de la licencia, verifican si la vacuna causa problemas o patologías extrañas. Es posible que algún caso concreto de rareza no se llegue a detectar hasta el "paciente" 1.000.000. Es precisamente por eso que es tan importante, detallan los expertos, respetar todas las fases.