Las residencias fueron uno de los puntos más críticos durante la primera ola del 2020 y acumularon la mayor parte de las defunciones por covid. Mientras todavía queda para saber qué se hubiera tenido que hacer mejor para evitar esta situación tan trágica, ahora un estudio apunta que el confinamiento de las personas mayores residentes fue una de las causas que influyó en las altas tasas de letalidad.
Se trata de una investigación del grupo Covid-19 de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (Semergen) que señala también la imposibilidad de derivar a los residentes en los centros de salud como otra de las causas que aumentaron la letalidad por covid, y que sobre todo se notó en algunas comunidades como Catalunya, Madrid, Asturias y Castilla la Mancha.
La letalidad en las residencias por covid
El nuevo estudio analiza las diferencias entre la letalidad de cada comunidad durante la primera ola, entre marzo y en mayo del 2020, y concluye que el confinamiento, así como el colapso en los hospitales y las patologías previas de los residentes contribuyeron a la letalidad.
En el caso de Catalunya, con el sistema sanitario saturado y siendo una de las comunidades con más personas mayores en residencias, la letalidad fue en los peores momentos de la pandemia casi un 30% por encima de la media estatal.
Sin embargo, no fue el territorio con las residencias más castigadas. De hecho, la letalidad en las residencias de Castilla-La Mancha fueron más de un 40% por encima de la media. "Y ¿ por qué estas diferencias"?, intenta responder el estudio.
Baile de cifras por la falta de pruebas
La investigación pone en evidencia las "inconsistencias y diferencias" entre comunidades en un momento en que no se hacían prácticamente pruebas diagnósticas. Por eso, más que basarse en los datos notificados por las autoridades sanitarias de cada comunidad, el estudio se basa en el Sistema de Vigilancia de la Mortalidad Diaria (MoMo), que gestiona el Centro Nacional de Epidemiología del Instituto de Salut Carlos III.
Según este sistema, que contabiliza el exceso de mortalidad, en la primera ola murieron casi 45.000 personas, 17.000 más que las cifras oficiales, y las personas más mayores de 75 años sufrieron una letalidad 130 veces mayor que la población más joven.