Se calcula que una de cada cuatro personas en el mundo occidental padece hígado graso debido a los malos hábitos que desarrollamos debido a una deficiente alimentación y la falta de ejercicio. De ellos, un 20% desarrollan la enfermedad por hígado graso no alcohólico, una patología que no manifiesta síntomas hasta estar muy avanzada y conlleva, además de la acumulación de grasa e inflamación en el hígado, problemas cardiovasculares e incremento en el riesgo de tumores, tanto en el hígado como fuera del mismo.

Tiene la prevalencia más alta de las enfermedades del hígado, por encima de la producida por el alcohol y la hepatitis C. El hecho de padecerla aumenta los factores de riesgo de padecer otras patologías como la diabetes tipo 2, enfermedades del corazón o insuficiencia hepática. Los científicos creen que esta enfermedad se convertirá en la primera causa de trasplantes de hígado en la próxima década.

Actualmente no existe un tratamiento eficaz para tratarlo, más allá de la adopción de hábitos de vida saludables. Estos son perder peso, llevar una alimentación saludable, hacer ejercicio a menudo y evitar hábitos tóxicos como fumar o beber alcohol.

Comida saludable

El estudio

Recientemente, un equipo de expertos de la Universidad de Haifa ha descubierto una nueva vía a través de un estudio llevado a cabo con un grupo de pacientes que padecían la enfermedad, con edades comprendidas entre los 20 y los 65 años a los que se les introdujo en un programa de entrenamiento de resistencia.

Los pacientes participaron en un programa de 40 minutos tres veces por semana durante un período de tres meses. El programa se definió de acuerdo con un protocolo uniforme, con el nivel de resistencia ajustadas a las capacidades de cada paciente. Un segundo grupo realizó ejercicios de estiramiento durante el mismo período. Se pidió a los dos grupos no tomar ninguna medicación, ni hacer cambios en su estilo de vida o dieta. Al final de los tres meses el grupo que realizó el entrenamiento de resistencia presentó unos niveles inferiores de grasa en su hígado. Los niveles de colesterol también se redujeron, al igual que la cantidad de ferritina en la sangre, un marcador de daño hepático.

Según la doctora Shira Zelber-Sagi de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Haifa, quien codirigió el estudio, “el entrenamiento de resistencia no estaba destinado a reducir el peso corporal significativamente, ni la pérdida de peso global. Sin embargo, tuvo un impacto específico en términos de una caída en los niveles de grasa en el hígado, medidos en el examen de ultrasonido”.

Bailando

La resistencia es la capacidad física que tiene nuestro cuerpo para aguantar determinado tipo de ejercicio y tiene que ver con el esfuerzo que este requiere de nosotros. Al igual que otros factores como la fuerza o la velocidad se puede entrenar mediante ejercicios determinados, por lo que es cuestión de tiempo y voluntad. Los mejores ejercicios pueden ser caminar, bailar, trotar, nadar, hacer abdominales, sentadillas, saltar con una cuerda o subir escaleras, por poner algunos ejemplos. Aunque siempre es aconsejable, sobre todo si se padece alguna patología, hacerlo bajo consulta de algún profesional.