Son millones las personas las afectadas por la osteoporosis en todo el planeta y algunos de los principales factores de riesgos no pueden ser cambiados por la ciencia de momento, como es el caso del envejecimiento. Pero es que además, según avanza la ciencia, se van descubriendo nuevos factores –algunos de tipo ambiental–, y entre ellos, la contaminación del aire es el último en salir a la luz

La osteoporosis es un padecimiento que tiene que ver con la pérdida de la densidad ósea, un aspecto que incide en que los huesos de quienes la sufren, se vuelvan cada vez más frágiles. Por lo general, son las personas mayores los que más la padecen y las mujeres la sufren en mayor proporción que los hombres.

Recientemente, una nueva investigación llevada a cabo por el Instituto de Salud Global de Barcelona, y ​​cuyos resultados aparecen en JAMA Network Open, sugiere que la mala calidad del aire se asocia con una menor densidad ósea entre la población que envejece.

La investigación

En este estudio catalán, los científicos analizaron datos sobre la salud ósea y las condiciones de vida de 3.717 participantes, incluidas 1.711 mujeres, de 28 aldeas cercanas a la ciudad de Hyderabad en la India.

Los investigadores utilizaron estimaciones de la exposición a la contaminación del aire, teniendo en cuenta la presencia de carbono y partículas finas en el aire. Estas partículas minúsculas provienen, de entre otros orígenes, de los escapes de los automóviles y permanecen en el aire durante mucho tiempo, infiltrándose en el cuerpo humano a través de los pulmones.

Asimismo, los investigadores también tomaron en cuenta los datos autoinformados de los cuestionarios que preguntaban a los participantes qué tipo de fuente de energía utilizaban al cocinar.

El equipo científico trató de comprobar si podía establecer un vínculo entre la calidad del aire y la salud ósea, observando específicamente las mediciones de densidad ósea en la columna lumbar y los huesos de la cadera izquierda de los participantes. Así, descubrieron que las personas que con frecuencia experimentaban contaminación del aire, especialmente a través de partículas finas, también parecían contar con niveles más bajos de masa ósea.

Según uno de los autores del trabajo, es posible que el vínculo entre la mala calidad del aire y la deficiente salud ósea pueda deberse al estrés oxidativo y la inflamación causada por la contaminación del aire.

Los investigadores también notaron que la exposición de los participantes a partículas finas suspendidas en el aire era de 32,8 microgramos por metro cúbico cada año, lo que supera por mucho los límites recomendados por la OMS, establecidos en 10 microgramos por metro cúbico.

En cuanto a la fuente de energía utilizada para cocinar, los participantes en el estudio revelaron en un 58% que usaban combustible de biomasa. Un dato que no llevó los investigadores a encontrar ningún vínculo entre esta costumbre y la mala salud de los huesos.

Por último, para los investigadores, sus hallazgos se suman a un creciente cuerpo de evidencia que indica que la contaminación del aire por partículas en suspensión es relevante para la salud ósea de los seres humanos, con independencia del nivel económico de los países.