La actividad física moderada y regular ayuda a reducir el riesgo de enfermedades cardiovasculares. Sin embargo, estudios recientes sugieren que la práctica de ejercicio de alta intensidad favorece la aparición de patologías coronarias, es decir, alteraciones en las arterias que suministran sangre, oxígeno y nutrientes en el corazón. Precisamente un estudio en modelos animales del Hospital Clínic de Barcelona concluye que el ejercicio físico de alta intensidad daña las arterias aorta y carótida, dilatándolas e incrementando su rigidez, efectos que contrastan con los conocidos beneficios del ejercicio moderado.
El cardiólogo del Hospital Clínic de Barcelona y jefe del grupo IDIBAPS Arritmias y actividad física, Eduard Guasch, ha alertado de que "no disponemos de muchos datos, hecho que dificulta establecer una relación de causa-efecto, por el riesgo al sesgo y la posibilidad de factores de confusión". Guasch ha añadido que, sin embargo, "parece que la prevalencia de estas enfermedades aumenta en aquellas personas que corren maratones o practican deportes extremos o de alta intensidad durante muchos años. Sin embargo, no sabemos por qué pasa eso", ha explicado Guasch.
El estudio en un modelo animal
Guasch y su equipo lideran un estudio, publicado por la revista Journal of American College of Cardiology - Basic to Translational Science, que evalúa el efecto del ejercicio intenso en un modelo animal. Investigadores de la Universidad de Barcelona, el Instituto de Bioingeniería de Catalunya y el Hospital Sant Joan de Déu también han participado en el trabajo. El estudio se hizo en un modelo animal para poder controlar de manera precisa la intensidad del ejercicio durante largos periodos de tiempo. Las ratas macho utilizadas en los experimentos se dividieron en tres grupos. El primero siguió un régimen de ejercicio moderado, que reproducía un estilo de vida activo, mientras que el segundo se sometió a una rutina de muy alta intensidad, similar a la de los deportistas extremos. Finalmente, el tercer grupo de animales, el sedentario, permaneció en las jaulas.
El jefe del grupo IDIBAPS Arritmias y actividad física ha señalado que "el entrenamiento, con una cinta de correr para roedores, duró dieciséis semanas, equivalente, de manera muy orientativa, a unos 10 o 12 años de ejercicio en humanos. Transcurrido este tiempo, analizamos la rigidez y la estructura de la arteria aorta, así como la función endotelial. Este último parámetro es un marcador precoz de aterosclerosis, o endurecimiento de las arterias, la principal causa de infartos de miocardio," ha subrayado al cardiólogo del Clínic.
Los efectos del ejercicio de alta intensidad
De acuerdo con los resultados, el ejercicio físico de elevada intensidad dilata incrementa la rigidez de las arterias aórtica y carótida, en la comparación con un estilo de vida sedentario. Asimismo, también aumenta la rigidez de las células y favorece la rotura de las láminas elásticas de las paredes de los vasos sanguíneos. "Estos efectos, sin embargo, no se observan en el caso del ejercicio moderado", ha puntualizado el investigador, que ha matizado que "en cambio, tanto el ejercicio intenso como el moderado mejoran la función endotelial, aunque la intensa actividad parece alterar el equilibrio entre los procesos de dilatación y contracción de los vasos sanguíneos".
"A pesar de las limitaciones de utilizar un modelo animal, nuestros datos sugieren que el ejercicio intenso no causa directamente arteriosclerosis, sino un proceso diferente, parecido al envejecimiento vascular, y además, este tipo de actividad también podría reducir los beneficios del ejercicio moderado", ha indicado Guasch. El proyecto ha recibido financiación directa del Instituto de Salud Carlos III y del Plan Nacional, es decir, del Ministerio de Economía, así como indirecto de la Generalitat.