La Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA) es una enfermedad neurodegenerativa progresiva que afecta las neuronas motoras del cerebro y la médula espinal, que se considera particularmente cruel porque los pacientes van perdiendo gradualmente la capacidad de ejecutar actividades básicas como caminar, hablar o alimentarse por ellos mismos mientras mantienen intactas sus capacidades cognitivas y son plenamente conscientes del deterioro de su cuerpo. Esta es una enfermedad incurable, para la que no hay ningún tratamiento, y las personas que las sufren acaban de conseguir un gran triunfo con la aprobación este jueves en el Congreso de los Diputados de la largamente esperada Ley ELA, que les permitirá mejorar la calidad de vida y el acceso a servicios especializados, pero se necesitan más estudios que ayuden a encontrar tratamientos. El último estudio, que además es catalán, confirma la relación que existe entre la microbiota intestinal y la ELA, lo que puede ser determinante en la investigación de nuevas estrategias para el diagnóstico y tratamiento de esta enfermedad. El estudio, en concreto, ha descubierto que las personas diagnosticadas con ELA de inicio reciente presentan una mayor abundancia de bacterias Fusobacteria y Acidobacteria. La investigación la ha realizado el grupo de investigación en Fisiopatología Metabólica del Institut de Recerca Biomèdica de Lleida, en colaboración con el servicio de Neurologia del Hospital Universitari de Bellvitge, y ha sido publicada en la revista Scientific Reports.

Equipo del IRB Lleida que ha investigado la relación de la microbiota intestinal con el ELA
Equipo del IRB Lleida que ha investigado la relación de la microbiota intestinal con la ELA (IRB)

 

Comparativa con individuos sanos

El estudio se llevó a cabo con la participación de 16 personas diagnosticadas con ELA, comparadas con un grupo de 12 individuos sanos. Este estudio tenía como objetivo evaluar las diferencias en el microbioma enteral de pacientes con Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA) de inicio relativamente reciente (entre 6 y 15 meses desde la aparición de los síntomas) en comparación con individuos sanos, centrándose en los ácidos grasos de cadena corta (SCFAs) como mediadores potenciales del metabolismo del huésped. Según explica a la ACN Victòria Ayala, investigadora principal y profesora de la Universidad de Lleida (UdL), esta investigación pone en "evidencia" que los pacientes con ELA presentan características diferentes en su microbioma intestinal, con un foco especial en los ácidos grasos de cadena corta (SCFAs), unos lípidos que podrían actuar como "mediadores" en el metabolismo del enfermo. Sin embargo, todavía no está claro si estas diferencias son "causa o consecuencia" de la enfermedad, y se necesita más investigación para determinar su potencial como objetivos diagnósticos o terapéuticos.

¿Qué revela el estudio?

El estudio revela que "los subtipos de ELA influyeron en especies específicas, con un aumento de Fusobacteria y Tenericutas en la ELA espinal en comparación con la ELA bulbar. Los pacientes con ELA mostraron un aumento de las especies Enterobacter, Clostridium, Veillonella, Dialister, Turicibacter y Acidaminococcus y una disminución de Prevotella, Lactobacillus y Butyricimonas. Las correlaciones entre especies variaban entre pacientes con ELA e individuos sanos y entre subtipo de ELA". Sin embargo, este estudio "sugiere diferentes características del microbioma enteral en pacientes con ELA, aunque las implicaciones no están claras. "Se necesitan más investigaciones para determinar si estas diferencias son causativas o consecuentes y explorar su potencial como dianas diagnósticas o terapéuticas". El estudio también subraya la heterogeneidad de las limitaciones del microbioma en el ELA y la necesidad de más investigaciones sobre el metabolismo de los pacientes con ELA y los ácidos grasos de cadena corta (SCFA).

Los próximos pasos en esta línea de investigación incluyen el análisis lipidemico y la ampliación a más pacientes, hechos que permitirán identificar si hay lípidos involucrados en los mecanismos patogénicos de la ELA. Eso ayudará a entender mejor como los desequilibrios en los lípidos pueden influir en el microbioma y el metabolismo, contribuyendo así al desarrollo de la enfermedad.

Estudios en el campo intestinal y la ELA

Este no es el primer estudio que relaciona la macrobiótica intestinal con la ELA. Investigaciones recientes han ampliado el paradigma tradicional de la fisiopatología de la ELA para incluir manifestaciones no motoras y desregulación sistémica, implicando redes fisiológicas más amplias más allá del sistema motor. En particular, la evidencia emergente destaca el microbioma intestinal como un potencial modulador de la heterogeneidad de la ELA, ofreciendo información sobre las interacciones polifacéticas entre las comunidades microbianas y la fisiología del paciente. El eje intestino-cerebro, una vía de comunicación bidireccional que une el sistema nervioso entérico con el sistema nervioso central, sirve como conducto para los metabolitos microbianos, las señales inmunitarias y la modulación neuronal, ejerciendo influencias profundas en la salud neurológica. Estos estudios han revelado alteraciones en la composición y la función microbianas, con distinciones notables observadas entre subgrupos de pacientes que presentan fenotipos clínicos divergentes. Esta heterogeneidad clínica plantea preguntas intrigantes sobre las firmas microbianas diferenciales asociadas a diferentes subtipos de ELA y sus implicaciones para la progresión de la enfermedad. Los modelos preclínicos y las cohortes clínicas han proporcionado evidencias convincentes que relacionan la disbiosis intestinal con la patogénesis de la ELA, destacando el papel potencial del microbioma en la configuración de los resultados clínicos y las respuestas terapéuticas.