Cada vez se está profundizando más en el estudio del impacto de la microbioma intestinal en la salud de las personas. Se ha encontrado relación con un sinfín de condiciones, entre ellas el autismo. Un nuevo estudio llamado: 'El microbioma intestinal al autismo: efectos de estudio-lugar y análisis longitudinal del cambio de comportamiento' y llevado a cabo por Jennifer Fouquier et al. Ha demostrado que el trastorno del espectro autista está relacionado con cambios en el microbioma intestinal. Los resultados han sido publicados por la Sociedad Estadounidense de Microbiología.
“Dentro de un individuo, los cambios en el microbioma estaban asociados con cambios en el comportamiento”, aseguran los expertos de la Universidad de Colorado. Eso sí, se necesita más investigación. “Si vamos a comprender el vínculo entre el microbioma intestinal y el autismo, necesitamos más esfuerzos de colaboración en diferentes regiones y centros para obtener información generalizable realmente completa sobre esta relación”.
El estudio
En el trabajo, los investigadores compararon la composición del microbioma intestinal entre individuos con trastorno del espectro autista y controles neurotípicos en Arizona y Colorado utilizando métodos estandarizados de extracción y secuenciación de ADN. Encontraron que la composición del microbioma intestinal difería entre los individuos de Arizona y los de Colorado y los síntomas gastrointestinales fueron significativamente más altos en los que tenían autismo en comparación con los que no tenían autismo en Arizona pero no en Colorado.
La composición del microbioma intestinal se asoció significativamente con el autismo mientras se controlaba la ubicación del sitio de estudio, pero no cuando se controlaban los síntomas gastrointestinales. Los investigadores también evaluaron longitudinalmente la relación del microbioma intestinal con la gravedad del comportamiento del autismo, la dieta y los síntomas gastrointestinales.
Se realizó un seguimiento a los participantes cada tres meses y analizaron los comportamientos asociados como el habla inapropiada y los movimientos repetitivos. También se preguntó qué tipos de síntomas gastrointestinales estaban experimentando los participantes. Obtuvieron muestras fecales para observar el microbioma y recopilaron todos estos datos para ver cómo se relacionaban.
Los investigadores encontraron que la diferencia en los niveles de letargo y aislamiento social medidos en individuos en diferentes puntos de tiempo se correlacionó con el grado de cambio en la composición del microbioma intestinal y que un empeoramiento del habla inapropiada entre puntos de tiempo se asoció con una disminución del microbioma intestinal.
“Esto respalda aún más el hecho de que el microbioma intestinal podría ser un objetivo terapéutico valioso para los niños con trastornos del espectro autista. Sé que algunos laboratorios han estado explorando cosas como el trasplante de microbioma fecal en estos niños y han obtenido algunos resultados prometedores”, aseguran los científicos.