Investigadores del Instituto Francis Crick de Londres han publicado un estudio en la revista Nature que señala que la contaminación atmosférica por partículas finas puede favorecer la proliferación de cánceres de pulmón, también en personas no fumadoras. El equipo de investigación ha hecho un estudio epidemiológico con datos de 32.957 individuos de todo el mundo para determinar la correlación entre partículas finas de contaminación atmosférica y estos cánceres de pulmón, y utilizaron modelos de ratón para averiguar los procesos celulares que podrían estar detrás. Descubrieron que las partículas PM2,5 (partículas muy finas) parecen desencadenar una afluencia de células inmunitarias y la liberación de interleucina-1b en las células pulmonares. Eso exacerbaba la inflamación y favorece la progresión tumoral en algunos tipos de cáncer de pulmón, también en personas no fumadoras.
El estudio sugiere que tres años de exposición a altos niveles de contaminación pueden ser suficientes para que surja este cáncer. Las observaciones de una muestra de 228 individuos con cáncer de pulmón procedentes del Canadá constataron una mayor frecuencia de casos después de tres años de alta exposición a contaminantes atmosféricos PM2,5 (73%) enfrente de una baja exposición (40%). Las partículas finas se dividen en categorías según su tamaño y las especialmente finas son los más preocupantes con respecto a los efectos perjudiciales a la salud. El aumento de la exposición a la contaminación se asocia a una mayor incidencia del cáncer de pulmón y una de las principales causas son precisamente estas partículas finas de 2,5 micrómetros o menos (PM2,5), que pueden penetrar profundamente en el pulmón.
La interacción entre los desencadenantes ambientales y las mutaciones genéticas asociadas a este cáncer no se conoce bien. Los autores informan de que la exposición a niveles crecientes de PM2,5 se asocia con una incidencia estimada creciente de cáncer de pulmón EGFR-mutant. Este tipo se produce también en pacientes no fumadores. Comprender esta relación puede abrir vías para la prevención y proporcionar un argumento a favor de iniciativas para abordar la calidad del aire como una prioridad para la salud pública.
El TJUE riñe a España por la mala calidad del aire
El Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE) emitió una sentencia el pasado mes de diciembre sobre las vulneraciones de la calidad del aire en Barcelona, las comarcas del Vallès y Madrid. Como era de esperar, porque así lo indicaban todas las mediciones de los últimos años, la sentencia fue una fuerte vez contra el Estado español, ya que el tribunal europeo amado que la capital catalana infringió "sistemáticamente" la directiva de calidad del aire. La sentencia apunta que Barcelona y Madrid superaron los niveles máximos permitidos de dióxido de nitrógeno (NO2) entre los años 2010 y 2018, mientras que en el caso del Vallès Oriental, el Vallès Occidental y una parte del Baix Llobregat el incumplimiento se produjo entre 2010 y 2017. En la sentencia, la justicia europea subrayaba que la omisión de los objetivos climáticos ha puesto en riesgo la salud de los 4,2 millones de habitantes que viven en Barcelona y en las comarcas del Vallès.