El Bisfenol A (BPA) es un compuesto químico industrial que durante décadas se ha utilizado para elaborar plásticos y resinas ampliamente presentes en la mayor parte de los objetos con los que convivimos a diario. La ciencia ha demostrado que es un potente disruptor endocrino, es decir, que tiene la capacidad de alterar el equilibrio hormonal de nuestro organismo. Y la exposición fetal al BPA se ha relacionado con problemas de crecimiento, metabolismo, comportamiento, fertilidad e incluso un mayor riesgo de cáncer. Debido a ello, su uso está prohibido parcial o totalmente en algunos países.
Ahora, un equipo de expertos ha desarrollado un método más preciso para medir los niveles de este compuesto en humanos y se ha descubierto que nuestra exposición al mismo es mucho mayor de lo que se suponía anteriormente. El estudio ha sido publicado en la revista The Lancet Diabetes & Endocrinology y proporciona la primera evidencia de que las mediciones en las que se basan las agencias reguladoras son defectuosas y subestiman los niveles de exposición.
En Estados Unidos, la FDA (Foods and Drugs Administration) había evaluado los niveles de BPA en la orina humana y había determinado que la exposición de las personas a esta sustancia química está en niveles muy bajos y, por lo tanto, seguros. Pero este nuevo estudio cuestiona estas afirmaciones y las de otras agencias que habían hecho análisis similares.
Anteriormente, la mayoría de los estudios tenían que basarse en un proceso indirecto para medir los metabolitos de BPA –los compuestos que se crean a medida que el químico pasa a través del cuerpo humano–, utilizando una solución enzimática para transformarlos en BPA completo, que luego se puede medir. El nuevo método de es capaz de medir directamente los metabolitos de BPA sin usar la solución enzimática.
El estudio
Los investigadores compararon los dos métodos, primero con orina sintética enriquecida con BPA y luego con 39 muestras humanas. Encontraron niveles mucho más altos de BPA utilizando el método directo, hasta 44 veces superior. La disparidad entre los dos métodos aumentó con más exposición a BPA: cuanto mayor es la exposición, más falla el método anterior.
Los expertos esperan que este estudio llame la atención sobre la metodología utilizada para medir el BPA. Asimismo, están llevando a cabo más experimentos en la medición de otros productos químicos como los parabenos, benzofenona, triclosán –que se encuentran en algunos cosméticos y jabones– y los ftalatos que se encuentran en muchos productos de consumo, incluidos juguetes, envases de alimentos y productos de cuidado personal.
Lo que se temen es que lo mismo que ha ocurrido con el BPA pase con otro tipo de compuestos y que los niveles de estos productos en nuestro sistema sean mucho mayores de los que nos están informando la mayor parte de agencias de salud del mundo.