Un estudio liderado por el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal) revela el vínculo entre la contaminación atmosférica y las modificaciones de una zona del cerebro, el cuerpo calloso, que cuando está alterado se relaciona con trastornos del neurodesenvolupamiento como el del Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) y el del Espectro Autista (TEA). Los investigadores examinaron la relación entre la exposición prenatal a las partículas finas (PM2,5) presentes en los aires urbanos y el tamaño del cuerpo calloso en la infancia. Se estudiaron 186 niños de cuarenta escuelas de Barcelona. A través de los datos del proyecto ESCAPE se calculó la cantidad de partículas a la cual se exponía cada embarazada y su hijo o hija, y el historial de cada niño.
A través de resonancias magnéticas, se obtuvo la información sobre la anatomía cerebral y a partir de cuestionarios para padres y madres y profesorado, se obtuvieron los datos del comportamiento.
El estudio se centró en la exposición durante el embarazo porque es la época en que las estructuras cerebrales se están formando y los daños provocados por la exposición a altos niveles de contaminación podrían ser ''permanentes' según la primera autora del artículo, Marion Mortamais. Según Jesús Pujol, director de investigación de la Unidad de Resonancia Magnética del Hospital del Mar, y responsable de realizar las resonancias magnéticas, considera que conocer los daños cerebrales causados durante la etapa prenatal podría ser muy útil a la hora de predecir y tratar problemas conductuales que normalmente se diagnostican más tarde, en la infancia.
Según el estudio, la exposición prenatal en las partículas finas sobre todo el último trimestre del embarazo, puede inducir cambios estructurales en el cuerpo calloso observables en niños de 8 y 12 años. Un aumento de 7μg/m3 en los niveles de estas partículas se asoció con una reducción de casi el 5% del volumen medio del cuerpo calloso.
Para Jordi Sunyer, líder de la investigación, los resultados son ''preocupantes'' porque considera que provienen de casos que no exceden el valor límite establecido por la Unión Europea, y también porque aunque no se trata de una alteración específica de los tractores, sino que una reducción del volumen del cuerpo calloso es una característica común del TDAH y del TEA. Según el investigador, los niños y niñas con el volumen del cuerpo calloso reducido en un 5% mostraron unos niveles de hiperactividad más alto.
Este proyecto, el BISC (Barcelona Life Study Cohort) quiere ir más allá del cerebro con imágenes antes y después del nacimiento, además de realizar una evaluación de la exposición de manera individual. Es uno de los más completos que estudia los efectos de la contaminación atmosférica en la salud de los bebés y en su desarrollo cerebral incluso antes del nacimiento. El BISC requiere la participación de 1.2000 embarazadas.