La hiperhidrosis es una afección que produce una sudoración excesiva, bien sea en un área específica o por todo el cuerpo.  No es grave, pero puede resultar muy incómoda y, en algunas personas, puede resultar traumática. Generalmente comienza en la adolescencia y suele ser más activa en manos, pies, axilas y las ingles debido a su concentración relativamente alta de glándulas sudoríparas.

Se puede producir por una patología concreta como obesidad, gota, menopausia, un tumor, envenenamiento por mercurio, diabetes mellitus o hipertiroidismo (glándula tiroides hiperactiva), o desarrollarse sin tener una causa aparente, la que es conocida como hiperdrosis idiopática primaria.

En algunas personas, los síntomas son bastante severos, provocando una gran incomodidad e incluso problemas de ansiedad, alterando las actividades, las relaciones personales, la autoimagen y el bienestar emocional. Existen tratamientos, pero un número significativo de personas no buscan asesoramiento médico, ya sea por vergüenza o por desconocimiento.

Normalmente, en aquellos que la padecen, los episodios de sudoración excesiva ocurren al menos una vez a la semana sin una razón clara. A veces aparece debido a simples cambios en el estilo de vida y se manifiesta a través de humedad en las palmas o en los pies. Además, pueden padecer irritaciones y dolor en la piel, así como infecciones fúngicas o bacterianas.

La hiperdrosis primaria, sin causa aparente, parece tener un componente genético. En un principio se pensaba que estaba relacionada con el estado mental y emocional del paciente, que la condición era psicológica y solo afectaba a personas estresadas, ansiosas o nerviosas. Sin embargo, investigaciones recientes han demostrado que las personas con hiperhidrosis primaria no son más propensas a los sentimientos de ansiedad, nerviosismo o estrés emocional que el resto de la población cuando se exponen a los mismos factores desencadenantes. De hecho, es al revés: los sentimientos emocionales y mentales que experimentan muchos pacientes con hiperhidrosis se deben a la sudoración excesiva. Los estudios también han demostrado que ciertos genes juegan un papel en la hiperhidrosis, lo que hace que parezca más probable que pueda heredarse.

El diagnóstico se realiza, en primer lugar, descartando una afección subyacente. A continuación se analizan los patrones de sudoración: qué partes del cuerpo se ven afectadas, con qué frecuencia ocurren los episodios de sudoración y si la sudoración ocurre durante el sueño. También se suele realizar una prueba de sudor termorreguladora, en la que se aplica un polvo sensible a la humedad sobre la piel. Cuando se produce sudoración excesiva a temperatura ambiente, el polvo cambia de color. Luego se expone al paciente a altas temperaturas y humedad en un gabinete de sudor, lo que desencadena la sudoración en todo el cuerpo. Cuando se exponen al calor, las personas que no tienen hiperhidrosis tienden a no sudar excesivamente en las palmas de las manos, pero los pacientes con hiperhidrosis sí.

Cuando se confirma la afección, se pueden recomendar diferentes tratamientos como la iontoforesis, que consiste en el paso de una débil corriente eléctrica hacia las manos y los pies a través del agua.  También se suele utilizar la toxina botulínica, que se inyecta para bloquear los nervios que desencadenan las glándulas sudoríparas. Los medicamentos anticolinérgicos inhiben la transmisión de los impulsos nerviosos parasimpáticos y la simpatectomía torácica endoscópica consiste en una intervención quirúrgica que solo se recomienda en casos graves y en la que se cortan los nervios que activan las glándulas sudoríparas.