La hiperlipidemia es un término que hace referencia a tener niveles anormalmente altos de grasas (lípidos) en la sangre. Los dos tipos principales de lípidos que se encuentran en la sangre son los triglicéridos y el colesterol. Los triglicéridos se producen cuando el cuerpo almacena las calorías adicionales que no necesita para obtener energía. También provienen directamente de la dieta, a través de alimentos como las carnes rojas o los lácteos enteros. Una dieta rica en azúcar refinado, fructosa y alcohol aumenta los triglicéridos.

El colesterol se produce en el hígado y se distribuye a todas las células del cuerpo a través del torrente sanguíneo mediante las lipoproteínas. Aunque también, al igual que los triglicéridos, se encuentra en alimentos grasos como huevos, carnes rojas y queso. Cuando se tiene demasiado colesterol en la sangre, puede acumularse en las paredes de los vasos sanguíneos y formar placas. Con el tiempo, los depósitos de placa aumentan de tamaño y comienzan a obstruir las arterias, lo que puede provocar enfermedades cardíacas y accidentes cerebrovasculares.

Para dejar atrás la hiperlipidemia, deben abandonarse los alimentos ricos en grasas

Eso sí, la hiperlipidemia no presenta síntomas, por lo que la única forma de detectarla es a través de un análisis de sangre, que determina los niveles de colesterol –de lipoproteínas de baja densidad (LDL o malo) o de lipoproteínas de alta densidad (HDL o bueno)– y triglicéridos en el organismo.

Generalmente, un nivel de colesterol total superior a 200 miligramos por decilitro se considera alto. Sin embargo, los niveles seguros de colesterol pueden variar de una persona a otra según el historial médico y los problemas de salud.

El colesterol LDL se acumula en las paredes de las arterias, haciéndolas duras y estrechas. El colesterol HDL limpia el exceso de colesterol malo y lo aleja de las arterias, devolviéndolo al hígado. La hiperlipidemia ocurre por tener demasiado colesterol LDL en la sangre y no tener suficiente colesterol HDL para eliminarlo.

Las personas que tienen más riesgo de padecer hiperlipidemia son aquellas que padecen sobrepeso u obesidad, comen muchos alimentos grasos o demasiado proteína animal y lácteos enteros, fuman o no hacen suficiente ejercicio. Los niveles anormales de colesterol también se encuentran en algunas personas con patologías como la diabetes, el síndrome de ovario poliquistico, problemas con la tiroides o el riñón. El embarazo también puede subir los niveles, al igual que ciertos medicamentos como las pastillas anticonceptivas, los diuréticos y algunos medicamentos para la depresión.

El sobrepeso y la obesidad son dos de los principales enemigos de la hiperlipidemia

También existe la llamada hiperlipidemia combinada familiar, que es genética y niveles altos de colesterol y triglicéridos desde la adolescencia. Esta afección aumenta el riesgo de enfermedad arterial coronaria temprana y ataque cardíaco. A diferencia de las personas con hiperlipidemia típica, las personas con hiperlipidemia combinada familiar pueden experimentar síntomas de enfermedad cardiovascular después de unos años, como: dolor de pecho (a una edad temprana) ataque al corazón (a una edad temprana) calambres en las pantorrillas al caminar, llagas en los dedos de los pies que no se curan o debilidad en las extremidades

Los cambios en el estilo de vida son la clave para controlar la hiperlipidemia en el hogar, incluso en la de origen genético. Llevar una dieta saludable, evitar las grasas saturadas que se encuentran principalmente en las carnes rojas, la grasa animal, los alimentos precocinados o los productos lácteos enteros, así como las grasas trans que se encuentran en los alimentos fritos y procesados.

En cambio, hay que aumentar el consumo de ácidos grasos omega 3, que tienen muchos beneficios en las arterias y el corazón. Hay que perder peso si se tiene obesidad, hacer  40 minutos de ejercicio moderado a vigoroso tres o cuatro veces por semana y dejar de fumar, porque este hábito reduce los niveles de colesterol bueno y aumenta los triglicéridos.