La directora del servicio de urgencias del Hospital de la Santa Creu i Sant Pau de Barcelona, Mireia Puig, ha alertado de que el 40% de las urgencias que llegan al centro por Covid-19 se tienen que ingresar, y de ellas un 10% termina en la Unidad de cuidados intensivos (UCI).
El director de la UCI del hospital, Jordi Mancebo, ha añadido que, de este 10% de pacientes que llegan a las camas de críticos, mueren un 20-30%, mientras que, de aquellos pacientes ingresados en camas hospitalarias normales, fallecen un 7-8%.
Puig ha subrayado que, tras la cara visible del paciente asintomático, hay un grupo muy importante de enfermos que desarrollan una neumonía, de los cuales un alto porcentaje requiere ingreso hospitalario: "No conozco ninguna otra patología que genere esta tasa de ingreso. Es enorme".
Baja la mortalidad
Mancebo ha concretado que el perfil de los ingresados en la UCI no ha cambiado, como tampoco el cuadro clínico, aunque la mortalidad ha disminuido: "La mortalidad es un poco más baja que en la primera ola y los enfermos están igual de graves pero tenemos más tiempo ahora".
Sobre el volumen de ingresos, el director de la UCI ha explicado que este viernes se dio el "pico más importante" desde el inicio de la segunda ola, pese a las limitaciones impulsadas por el Govern para frenar el crecimiento de la pandemia.
En este sentido, Puig ha insistido en que, cuando se impulsan medidas, su efecto tarda dos semanas en verse reflejado: por eso, aunque en la actualidad se han frenado los contagios, el número de ingresos seguirá creciendo y "no se notará mejoría" hasta dentro de tres semanas.
No se han desprogramado otras actividades
Pese al incremento de la presión asistencial derivado del coronavirus, el hospital no ha desprogramado otras actividades "por ahora" gracias a la flexibilización de espacios y personal: están usando áreas complementarias, como una unidad de semicríticos y vestíbulos para la ampliación de las urgencias.
Mancebo ha reivindicado el "esfuerzo enorme" en todo el área de urgencias para aumentar el número de camas, evitar ingresos innecesarios y filtrar adecuadamente a los enfermos, lo que permite optimizar las camas del hospital.
El personal sanitario, agotado
Aunque el centro todavía no ha desprogramado actividad asistencial, Mancebo ha dicho que han vivido el inicio de la segunda ola con "extrema preocupación" porque el personal sanitario está agotado tras el impacto de la primera ola, que supuso un alud de trabajo.
Así, ha instado a la administración a evitar que este desgaste vaya a más, que evalúe la gravedad de estrés del personal y sus posibles consecuencias, que ofrezca ayuda psicológica y —puntualmente— psiquiátrica, y también más descansos.
Puig ha añadido que formar parte de un equipo protege al personal, y también entender que su trabajo es de "altísimo valor", aunque eso no arregle la situación física y anímica de la plantilla.
"Hay mucha fragilidad. La gente no está bien: han sufrido mucho y seguirán sufriendo mucho en los próximos meses hasta que tengamos una vacuna, y esto es un riesgo mayor para el sistema", ha advertido Mancebo.
Hace falta un tratamiento
Puig ha defendido que, con la búsqueda del tratamiento, la comunidad médica quiere mejorar la supervivencia de la ciudadanía y acortar el tiempo de la enfermedad —para evitar complicaciones—, y ha lamentado que, con los ensayos clínicos en marcha "no hay indicios de que aparezca un medicamento con estas condiciones".
Por su parte, Mancebo ha asegurado que "no se saldrá" de la pandemia mientras no haya un tratamiento, y ha reivindicado la importancia de la vacuna para proteger a la gente.
Ambos doctores han insistido en la importancia de las medidas de prevención —higiene de manos, uso de mascarilla y distanciamiento social— y han añadido que dependerá del comportamiento social el impacto de la pandemia este invierno.