El expresident de la Generalitat, Jordi Pujol, ha ingresado este lunes en el Hospital de Sant Pau a causa de un ictus isquémico, provocado por la obstrucción de una arteria cerebral. El centro hospitalario ha comunicado que se le ha practicado un tratamiento endovascular para eliminar la obstrucción. Inicialmente, el expresident se había dirigido al Hospital de Barcelona por una indisposición, pero lo han trasladado hasta el Hospital de Sant Pau al ver que tenía una "alteración del lenguaje aguda", donde se le ha detectado este accidente cerebrovascular isquémico tiene lugar cuando se reduce o se interrumpe la circulación de la sangre a una parte del cerebro, causante de que el tejido cerebral no reciba oxígeno.

🔴 Actualización: Jordi Pujol ya está despierto tras la intervención y ha recuperado parte de la afectación del ictus
 

Hay que diferenciar entre un ictus isquémico —que bloquea una arteria— y un ictus hemorrágico —que deriva de la rotura de un vaso sanguíneo del cerebro y provoca una hemorragia—. Así pues, los síntomas principales de un ictus isquémico son la dificultad para hablar y articular las palabras; confusión; parálisis de la cara, brazo o pierna o entumecimiento de estas partes; problemas de visión; dificultades para andar y mantenerse derecho o un dolor de cabeza agudo que también puede generar mareos que pueden derivar en la pérdida de equilibrio o de coordinación.

El ictus isquémico es el accidente cerebrovascular más frecuente. Los vasos sanguíneos quedan bloqueados o bien se estrechan y hay una reducción considerable del flujo sanguíneo. Los motivos de este bloqueo de los vasos sanguíneos acostumbran a ser la acumulación de grasa u otros coágulos sanguíneos que se desplazan por la sangre hasta llegar a los vasos sanguíneos del cerebro, dando pie a la isquemia.

Factores de riesgo

Hay varios factores a tener en cuenta que pueden contribuir a incrementar el riesgo de sufrir un ictus. Entre los vinculados con el estilo de vida, está el sedentarismo, el sobrepeso, ser fumador o el consumo excesivo de alcohol, entre otros. En el caso de pacientes que sufren otras afecciones, el riesgo también es más elevado, especialmente aquellos que tienen diabetes, hipertensión arterial, colesterol alto, otras enfermedades cardiovasculares (insuficiencia cardiaca, arritmia...) o antecedentes familiares. A todo ello hay que sumar la edad (el riesgo es más alto a partir de los 60 años).

Diagnóstico

Hay varias maneras de detectar un accidente cerebrovascular isquémico. Las principales pruebas que se realizan en los centros médicos son los exámenes físicos y neurológicos (que incluyen la revisión de la presión arterial o del pulso), una resonancia magnética (permite tener una vista del cerebro y ver si hay afectación en el tejido cerebral o bien hemorragia cerebral), una tomografía computada o un ecocardiograma (ayuda a detectar si hay alteraciones del pulso y si hay coágulos en el corazón). Como la situación es de emergencia y se requiere una actuación rápida, el tratamiento juega un papel fundamental. El objetivo es que el flujo sanguíneo se normalice y, para hacerlo, hay varias opciones:

  • Fármacos intravenosos de emergencia: Hay medicamentos que son capaces de disolver y eliminar el coágulo que ha causado la isquemia.
  • Inyección intravenosa de una proteína que contribuye a la disolución de los coágulos. Es aconsejable que se administre en el periodo de las tres primeras horas desde la detección.
  • Fármacos que se administran directamente en el cerebro: Se introduce un catéter a través de una arteria de la ingle, que conduce hasta el cerebro para poder administrar el medicamento que elimine el coágulo. Es uno de los tratamientos endovasculares posibles.
  • Extracción del coágulo con un dispositivo conectado al catéter que se adentra mediante una arteria de la ingle.