Aunque en determinados momentos se ha tensado hasta el límite, el hilo entre Pere Aragonès y Pedro Sánchez nunca se ha roto. Ahora que el dirigente de ERC ostenta la presidencia de la Generalitat, ambos han puesto rumbo a la reanudación de contacto entre el Govern y la Moncloa. Ha sido a partir de una larga conversación telefónica de 40 minutos, "fluída y productiva", planificada desde hace días, que ha servido para reiniciar la relación entre Catalunya y el Estado.
Según fuentes conocedoras, han "coincidido en la necesidad de ganar definitivamente la batalla al coronavirus y trabajar la reconstrucción, con especial referencia a los fondos Next Generation. Asímismo han abordado otros aspectos de la actualidad política y han "compartido el objetivo de avanzar hacia la superación de los retos comunes mediante el diálogo".
El siguiente paso será una reunión presencial entre Aragonès y Sánchez, que tendrá lugar en el Palacio de la Moncloa este mes de junio. La cita será el pistoletazo de salida a la resurrección de la mesa de diálogo, congelada desde hace quince meses.
Las idas y venidas de Sánchez
Desde que llegó a la presidencia a través de la moción de censura contra Mariano Rajoy, el discurso de Pedro Sánchez en relación con Catalunya ha ido basculando como un péndulo. Cuando llevaba pocos meses en la Moncloa, el líder socialista decidió reunir el Consejo de Ministros en Barcelona como un gesto de acercamiento. En las puertas de la reunión se encontró una contundente concentración de rechazo. El viaje sirvió para organizar un doble encuentro en Pedralbes. Uno entre Sánchez y Torra y otro entre los vicepresidentes Calvo y Aragonès, la ministra Batet y la consellera Artadi.
De la declaración de Pedralbes a la crisis de convivencia
De aquel encuentro de finales de diciembre de 2018 salió la famosa Declaración de Pedralbes, un documento firmado por los gobiernos catalán y español en el cual se hablaba de "conflicto sobre el futuro político de Catalunya" y enterraba el concepto de "crisis interna de convivencia entre catalanes" que hasta entonces habían utilizado a los dirigentes socialistas para referirse al procés catalán. El texto también apostaba por "un diálogo efectivo" que sirviera para "vehicular una propuesta política" en el marco de la "seguridad jurídica". Segundo paso adelante, se obviaba cualquier mención a la Constitución.
Pocos meses después, todo aquello quedó en papel mojado. ERC tumbó los presupuestos generales del Estado a Pedro Sánchez, que convocó elecciones y endureció el tono contra el independentismo, recuperando el discurso de "conflicto de convivencia" y planteando, incluso, volver a penalizar la organización de referéndums. La aritmética saliente de los comicios del 10-N, sin embargo, lo volvió a llevar a los brazos del independentismo. ERC lo invistió para hacer realidad el gobierno PSOE-Podemos a cambio de la creación de una mesa de diálogo.
Una mesa muerta de inanición
El documento pactado para la investidura entre el PSOE y ERC recogía que cualquier acuerdo que saliera de la negociación entre gobiernos sería refrendado por los catalanes en las urnas. Empezaba la etapa del deshielo. En Catalunya, Junts se lo miraba con escepticismo. A pesar de las pegas iniciales de Torra, el president acabó recibiendo a Pedro Sáchez en el Palau de la Generalitat para activar la mesa de diálogo. Era 6 de febrero de 2020. El presidente español asistió a la cita con una Agenda para el Reencuentro. Una propuesta de 44 puntos que incluían un nuevo modelo de financiación, la recuperación de la inversión pendiente en infraestructuras o el impulso de políticas sociales. Ni rastro de la autodeterminación y la amnistía.
Al cabo de veinte días, a finales de febrero del año pasado, se reunía por primera y última vez la mesa de negociación Estado-Generalitat. Mucha pompa, mucha expectación y pocos frutos más allá de una fotografía que dio la vuelta a España. El compromiso fue reunir aquel espacio una vez al mes. Días después llegaba la pandemia, un pretexto perfecto para dejar morir de inanición a la mesa de diálogo.
Indultos, amnistía y agenda por el reencuentro
La cita entre Sánchez y Aragonès coincidirá con la previsible concesión del indulto parcial a los presos independentistas por parte del Gobierno. Desde la Generalitat esperan que lleguen los indultos, porque supondrán un respiro para los afectados y sus familias. Ahora bien, Aragonès ya ha advertido que la exigencia seguirá siendo la amnistía, porque los indultos son individuales y no resuelven el problema de fondo.
En paralelo, Moncloa ya ha hecho saber, por boca del ministro Iceta, que su propuesta para la resucitada mesa de diálogo será recuperar la Agenda por el Reencuentro que planteó Sánchez a Torra ahora hace un año y unos cuantos meses.
En la imagen principal, Pere Aragonès y Pedro Sánchez en Moncloa / EFE