Los tatuajes han acompañado a la humanidad desde tiempos ancestrales en diferentes culturas, pero la práctica de tatuarse alguna parte del cuerpo ha tenido diferentes connotaciones a lo largo de la historia. Durante años, en Occidente fue una práctica rechazada por la mayoría de la sociedad por identificarse con prisioneros, marineros y personas de baja estofa, pero desde hace años, los tatuajes viven un boom y se han convertido en una tendencia cada vez más al alza. Nunca han tenido tanta aceptación como en los tiempos actuales. Solo en los Estados Unidos, casi un tercio de la población tiene al menos un tatuaje, según una encuesta realizada en el 2023 por el Pew Research Center. El sector se ha convertido en un lucrativo negocio que mueve millones por todo el mundo. No obstante, hay diferentes estudios que relacionan llevar tatuajes con posibles efectos nocivos para la salud. El último de ellos, es el que han publicado unos investigadores de la Universidad de Lund (Suecia) en la revista eClinicalMedicine, que ha encontrado una posible relación entre los tatuajes y un tipo de cáncer denominado linfoma maligno.
Un riesgo identificado del 21%
Los linfomas son un tipo de cáncer del sistema linfático, que es el que ayuda a combatir los gérmenes y las enfermedades. Los factores de riesgo conocidos incluyen un sistema inmunitario debilitado a causa de enfermedades o trastornos inmunitarios como el sida, infecciones como la Epstein-Barr, la edad o antecedentes familiares de la enfermedad, así como cierta exposición a sustancias químicas como pesticidas, herbicidas, que también pueden aumentar el riesgo de linfoma. Pero los investigadores suecos, aunque reconocen que hay que investigar mucho más para establecer una causa directa entre los tatuajes y los linfomas, sí que advierten que, según sus estudios, las personas tatuadas tienen un riesgo 21% mayor de sufrir un linfoma, en comparación con personas no tatuadas.
En este estudio, han participado casi 12.000 personas de Suecia y se ha elaborado a través de estudio de casos y controles con que han identificado todos los casos incidentes de linfoma maligno que se diagnosticaron entre los años 2007 y 2017 —casi 3.000 personas— en personas de 20 a 60 años. A partir de aquí, se han tomado muestras de tres controles aleatorios aparejados por edad y sexo con un grupo que no tenía cáncer. El año 2021, los autores del estudio enviaron cuestionarios a las personas que habían identificado, preguntándoles sobre determinados factores del estilo de vida que pueden aumentar el riesgo de sufrir este tipo de cáncer y sobre si tenían algún tatuaje.
Escepticismo entre los oncólogos
Incluso después de tener en cuenta factores que se sabe que afectan al riesgo de cáncer, como el tabaquismo y la edad, los investigadores descubrieron que el riesgo de linfoma maligno era un 21% mayor entre los que tenían al menos un tatuaje. El hallazgo solo es una asociación, no una relación directa, pero los autores del estudio subrayaron que serán necesarias más investigaciones para corroborar esta conclusión. Para sorpresa de los investigadores, no encontraron pruebas que sugirieran que el riesgo aumentaba a medida que la piel de la persona estaba cubierta de más tatuajes. Expertos en cáncer, en cambio, reconocen que los datos son sólidos, pero que entre los principales factores de riesgo de los linfomas no se encuentran los tatuajes, y que la estimación del 21% de riesgo añadido procede de los modelos del nuevo estudio, pero que no es estadísticamente significativa.
"Todavía no sabemos por qué pasa eso. Solo se puede especular que un tatuaje, independientemente de su medida, desencadena una inflamación de bajo grado en el cuerpo, que al mismo tiempo puede desencadenar el cáncer," dijo el coautor Christel Nielsen, profesor asociado a la División de Medicina Ocupacional y Ambiental de la Universidad de Lund, en un comunicado de prensa. "El panorama es, por lo tanto, más complejo de lo que pensábamos inicialmente".
El problema puede ser la tinta
Los autores del estudio especulan que una de las causas de que pueda aumentar el riesgo de linfoma puede estar en la tinta, que pueden contener sustancias químicas consideradas carcinógenas, como metales e hidrocarburos aromáticos policíclicos. En más, se ha confirmado que el pigmento (la tinta), del tatuaje, se pone en los ganglios linfáticos y eso no se había estudiado en profundidad. Eso, junto con el aumento global de la incidencia de linfoma maligno, ha hecho saltar las alarmas. Estudios anteriores han demostrado que, a veces, la tinta puede viajar por el cuerpo y pequeñas partículas pueden quedar atrapadas en los ganglios linfáticos, cosa que podría causar problemas de salud.