El sector turístico del Camp de Tarragona y las Terres de l'Ebre da este año por perdido el puente de la Purísima, unas fechas que anteriormente permitían alcanzar tasas de ocupación destacables en los establecimientos del territorio. De hecho, la gran mayoría de hoteles de la Costa Daurada tienen la persiana bajada.
En temporada baja, en un año normal, ya habría cerrado buena parte del parque hotelero por reformas y descanso del personal -si bien unos cuantos aguantan abiertos por Tots Sants y Navidad. La aplicación de restricciones anticovid, sin embargo, ha generalizado el cierre. En las Terres de l'Ebre, los alojamientos rurales tampoco abrirán delante la falta de demanda y confían con poder reabrir para aprovechar la Navidad y el fin de año.
Muchos hoteles tarraconenses llevan más de un año cerrados. En Salou ya sólo queda uno abierto. Es por eso que este puente resulta indiferente para un sector desmotivado que no levanta cabeza y duda de que reclamar la flexibilización de medidas sirva de nada. "El movimiento en fin de semana se hace muy difícil con las limitaciones territoriales y evidentemente sería mucho mejor que todo Catalunya estuviera abierto", afirma Xavier Guardià, portavoz de la Federación Empresarial de Hostelería y Turismo de Tarragona (FEHT).
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"Dudamos mucho de que ahora se nos haga caso"
"¿Pero por qué reclamar con el poco éxito que hemos tenido hasta ahora? Dudamos mucho de que ahora se nos haga caso, estamos pidiendo un montón de cosas desde Semana Santa y no nos han hecho caso", se pregunta, desmoralizado. "Si el sector las restricciones ya las cumple, pues al menos que el cliente se pueda mover", añade. El portavoz de la FEHT pone de ejemplo que un hotel o restaurante de un municipio pequeño como Prades no vive de los habitantes del pueblo, ni tampoco de los vecinos de otros municipios del Baix Camp, sino de la clientela que le pueda venir de fuera comarca.
A partir de aquí, el portavoz de la FEHT asegura que las autoridades han ido transmitiendo desconfianza entre el empresariado. Según Guardià, los hoteleros cuestionan que el "sacrificio" hecho en toda esta temporada turística casi inexistente sea realmente para bien, y dudan de la capacidad de gestión de la administración. "Ni Imserso, ni rally, ni Halloween; ahora con este puente no cambiará nada, es la peor temporada de la historia; otro año como este el sector no lo aguanta", concluye Guardià.
Los alojamientos rurales de las Terres de l'Ebre también se mantendrán cerrados este próximo puente ante la previsión de no poder desarrollar la actividad. "El principal problema es que la demanda se ha enfriado totalmente: podríamos tener grupos de menos de seis personas pero entre que no puede salir, por las restricciones de movilidad municipal, y que más de seis no pueden, la demanda ha caído tanto que no hemos tenido ninguna reserva por este puente," ha reconocido el portavoz de la Asociación de Turismo Rural de las Terres de l'Ebre (Aturebre), Juanjo Bel.
Únicamente el levantamiento de las restricciones de movilidad durante el puente a los clientes potenciales del Àrea Metropolitana de Barcelona permitiría, en un caso hipotético, poder trabajar durante estos días con reservas de última hora en los casos de los alojamientos de menor capacidad –las menos numerosas. "De momento, eso no es", reconoce Bel. "Este puente lo tenemos ya perdido", sentencia.
El turismo rural del Berguedà prevé un puente "nefasto"
"Si la situación se alarga, podemos tener problemas serios", reconoce en la ACN el presidente de la Asociación de Agroturismo del Berguedà, Oriol Baños, que sitúa la ocupación en estos momentos en torno al 5%. Según explica, "la incertidumbre" de cuáles serán las medidas que se aplicarán por Navidad no ayuda y, de momento, parece que sólo se salva el Fin de Año.
La limitación de los encuentros a un máximo de seis personas, a finales de septiembre, pasó factura en las casas que se alquilaban enteras. El confinamiento municipal de fin de semana, al resto. Y todo, en una época del año que tradicionalmente ha sido "temporada alta" para el turismo rural del Berguedà. "Nuestro cliente es principalmente de Barcelona y área metropolitana, y ahora no puede venir si no lo hace en jueves", recuerda el presidente de la Asociación de Agroturismo del Berguedà, Oriol Baños, quién apela al hecho de que "el sector necesita que se permita la movilidad".
El turismo rural empieza a estar al límite. Jaume Soler, responsable de la casa rural Vall Llòbrega de Cercs, ha perdido la cuenta de las cancelaciones que acumula. Este puente de la Purísima ha decidido regalar la noche del jueves a fin de que la gente se pueda desplazar. No obstante, no tiene ninguna reserva.
De aquí a final de año, Soler sólo tiene acordadas reservas por Navidad y Fin de Año, aunque reconoce que "la incógnita" sobre como evolucionará la pandemia hace que no lo tenga del todo claro. Mientras tanto, sigue pagando la hipoteca de la casa, cuotas de autónomo, seguros y suministros. Por el contrario, de ingresos, subraya, "cero". "Si cerramos el año con el 25% de la facturación del 2019 creo que nos daremos por satisfechos", afirma.