Las anfetaminas son unos fármacos estimulantes del sistema nervioso central que en los últimos años han cobrado gran relevancia en el tratamiento del Trastorno del Déficit de Atención con Hiperactividad (TDAH). Pero lo cierto es que han sido utilizadas desde hace décadas por estudiantes o trabajadores con el objetivo de obtener un mejor rendimiento y resultado en sus proyectos.

A pesar de que podría parecer que se trata de una moda del pasado, hoy en día la tendencia continúa. Así, las encuestas realizadas entre adolescentes y jóvenes revelan que siguen consumiéndolas para mejorar la concentración y estudiar más. Sin embargo, un nuevo estudio llevado a cabo en la Universidad de California desmiente el mito de su utilidad para incrementar tales propósitos.

El estudio

Los expertos que han formado parte de esta investigación se dedicaron a medir los efectos a corto y largo plazo en un grupo de personas de entre 18 y 35 años, a las que se seleccionó para un estudio en el Laboratorio de Sueño y Cognición de este centro educativo.

A los participantes se les realizó una serie de pruebas para probar la memoria de trabajo y la atención, pidiéndoles que hicieran varias tareas a la vez, como memorizar una serie de palabras mientras realizaban ecuaciones matemáticas simples para luego recordarlas. Durante la investigación se suministró a los participantes placebo para después darles Adderall, un fármaco compuesto por una combinación de anfetaminas prescrito para el TDAH y la narcolepsia que suelen tomar los estudiantes. Los investigadores repitieron las pruebas después de transcurridos 75 minutos, 12 horas y 24 horas, registrando la actividad eléctrica de su cerebro.

El estudio, publicado en la revista Behavioral Brain Research, concluyó que los participantes obtuvieron una mejora de la función ejecutiva de sus cerebros, pero no se produjo ningún beneficio en el proceso de memorización y concentración. Teniendo en cuenta que este es uno de los motivos principales por las que las personas no enfermas hacen uso de estos fármacos, sobre todo en los años universitarios, la investigación pone de manifiesto la inutilidad de su ingesta.

No solo eso, sino que los efectos secundarios superaron ampliamente los beneficios. Los más leves incluyen sequedad de boca, insomnio, pero también pueden producirse un aumento de la presión arterial y la frecuencia cardíaca que causen verdaderos problemas para la salud de los jóvenes, sobre todo a largo plazo.

Por eso, los expertos recomiendan otros remedios muchos más naturales para mejorar la capacidad de rendimiento y la concentración, tanto en los estudios como el trabajo. El ejercicio regular y el sueño reparador respetando los ciclos circadianos han demostrado su eficacia para mejorar la función cognitiva.

Y no solo eso. Existen una serie de técnicas que también ayudan. Por ejemplo, organizar el trabajo previamente e intentar cumplir los objetivos, practicar ejercicios de mindfulness y relajación, entrenar la atención mediante ejercicios específicos, hacer una cosa cada vez y no empezar la siguiente hasta haber finalizado la anterior o hacer revisiones mentales de forma constante para favorecer el rendimiento.