Un equipo internacional de investigadores ha revelado el motivo por el cual los murciélagos no se infectan de coronavirus, según un estudio publicado en la revista Journal of Virology (de la Sociedad Americana de Microbiología). La cuestión es que las células de estos mamíferos disponen de unas barreras moleculares especificas que impiden la replicación del SARS-CoV-2. Esta es la principal conclusión a la cual ha llegado el equipo liderado por el Instituto Pasteur de París, en el cual se incluye un investigador catalán: se trata de Jordi Serra-Cobo, profesor de la Facultad de Biología y del Instituto de Investigación de la Biodiversidad (IRBio) de la Universitat de Barcelona y experto en ecoepidemiología.

El estudio se ha llevado a cabo con células primarias de especies de murciélagos poco estudiadas que circulan ampliamente por Europa y Asia, que se han obtenido de pequeñas biopsias hechas en las alas de los mamíferos o bien de otras líneas celulares aportadas por algunos equipos de investigación que han participado en el estudio. Las conclusiones indican que los modelos celulares definidos en quirópteros se perfilan como herramientas de gran interés científico por investigar las relaciones evolutivas entre murciélagos y coronavirus.

El investigador de la Universitat Barcelona Jordi Serra Cobo / UB

Es bien sabido que los coronavirus están presentes en animales de todo el planeta, de la misma manera que se sabe que algunas especies de murciélagos (quirópteros) tienen una gran resistencia ante la infección vírica. Esto es porque el sistema inmunitario se encuentra en prealerta constante, cosa que implicaría graves problemas de inflamación en la mayoría de los mamíferos. Pero los murciélagos se lo pueden permitir, motivo por el cual son una pieza clave de muchos estudios internacionales epidemiológicos e inmunológicos. Aquí es donde entra en juego el mencionado estudio del Instituto Pasteur.

El equipo ha investigado la capacidad de las células primarias de varias especies de murciélagos para dar apoyo a la replicación del SARS-CoV-2. Serra-Cobo detalla lo siguiente: "Los resultados revelan que ninguna de estas células fue permisiva a la infección, ni siquiera las que expresaban niveles detectables de la enzima conversiva de la angiotensina II (ACE2), una metalopeptidasa que sirve como receptor viral en muchas especies de mamíferos". "Tampoco permitieron la infección las células de la especie Rhinolophus ferrumequinum, un quiróptero del mismo género que el murciélago asiático, en qué se encontró el virus BANAL-52, un antepasado potencial del SARS-CoV-2. En concreto, la secuencia genética del BANAL-52 presenta un 96,8% de similitudes con la del SARS-CoV-2", explica.

El futuro del estudio

En el caso de los humanos, la proteína de la espícula del SARS-CoV-2 se une al receptor de la membrana celular ACE2 y, acto seguido, infecta la célula. No pasa lo mismo en el caso de los quirópteros, ya que "o bien la cantidad de la enzima ACE2 es muy pequeña y ya no entra en la célula o bien, si el virus se une al ACE2, después no es capaz de producir la infección". Entonces, el estudio contribuye a conocer mejor los mecanismos de lucha contra las infecciones víricas.

El investigador de la UB se centra en esto: "Concretamente, nuestro equipo está trabajando para conocer las adaptaciones de los quirópteros enfrente de las infecciones víricas. Un número importante de virus zoonóticos circula en las poblaciones de quirópteros sin originar síntomas de la enfermedad en los individuos portadores". "En el transcurso de la historia evolutiva de los quirópteros (unos 64 millones de años), se han producido procesos de coevolución entre los murciélagos y los virus. Un ejemplo de estos procesos lo encontramos en la adaptación a los coronavirus. El estudio de las adaptaciones evolutivas de los seres vivos para hacer frente a las infecciones víricas tiene un interés primordial, ya que proporciona información que puede tener aplicaciones médicas", concluye Serra-Cobo.