No es Halloween ni el Día de los Inocentes, pero la pregunta de si podemos movernos después de muertos tiene más enjundia de lo que parece. Un equipo de forenses de la Universidad Central de Queensland, en Australia, ha hecho un descubrimiento sorprendente: en el proceso de descomposición de un cuerpo después de la muerte por causas naturales, este, sin ninguna ayuda externa, cambia su posición.
El hallazgo tiene implicaciones importantes para la ciencia forense y forma parte de un proyecto más amplio, en relación con el uso de técnicas de imagen para estimar el tiempo transcurrido desde la muerte en un cadáver. El estudio aparece en la publicación Forensic Science International: Synergy y recoge las conclusiones de una investigación de un cuerpo humano donado, perteneciente a un hombre mayor que murió por causas naturales.
Los expertos forenses han estado realizando un registro de la descomposición completa del cuerpo, en la llamada Instalación Australiana para la Investigación Experimental Tafonómica. El objetivo era analizar el proceso y hallar las causas por las que permanecen algunos preservados o en diferentes condiciones, información que puede resultar de mucha utilidad para detallar de forma más precisa la hora o el lugar de la muerte, en la escena de un crimen y otro tipo de información más específica.
A lo largo de la investigación se ha ido detallando cómo el cuerpo fue cambiando a medida que se descomponía, con la seguridad de que no sufría ningún tipo de alteración derivada de otras circunstancias, como un cambio de ubicación del cadáver o la acción de algún tipo de animal.
El equipo tomó fotos del proceso durante más de 17 meses y descubrió que los restos se estaban desplanzando por sí mismos. Por ejemplo, aunque inicialmente se colocaron los brazos por el costado del cuerpo, éstos se fuero moviendo hasta quedarse a un lado. Los científicos creen que este tipo de movimientos tiene que ver con el propio proceso de descomposición, ya que el cuerpo se momifica y los ligamentos se secan, según explican.
Ahora lo que pretenden es intentar predecir, si es posible, cuándo se producen estos movimientos para que de esta forma los forenses puedan estimar de manera más precisa el momento de la muerte de una persona.
Tal y como se señala en el estudio, la estimación del intervalo post-mortem o el tiempo transcurrido desde la muerte, es un aspecto muy importante en las investigaciones forenses. La policía generalmente recurre a antropólogos y patólogos forenses para estimarlo.
En el caso de los restos no identificados, las estimaciones se introducen en las bases de datos y se comparan con las fechas en que las personas desaparecieron para reducir las búsquedas de las listas de personas desaparecidas. De esta forma se realiza una labor fundamental a la hora de identificar a las víctimas, garantizando los derechos de los fallecidos y de sus personas queridas, a las que una vez identificado el cuerpo, se les puede devolver el mismo, con lo que esto significa para ellos.