El mundo quiere aprender de los errores cometidos durante la pandemia del coronavirus Covid-19, la crisis sanitaria global causada por el virus SARS-CoV-2, y después de tres años de arduas negociaciones, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha conseguido cerrar este martes el primer tratado global sobre pandemias de la historia después de un acuerdo entre los más de 190 países que la integran. Un acuerdo internacional que ayudará a una mejor coordinación entre los países y a un reparto más equitativo de los recursos disponibles para afrontar la próxima pandemia, que los científicos creen que pasará tarde o temprano con algún nuevo patógeno. Porque, basado en evidencias históricas y epidemiológicas, la OMS ya ha anticipado que la pandemia de la Covid-19 no será la última, y por eso, el mundo se tiene que preparar para cuando llegue. La enfermedad conocida como Covid-19 se detectó por primera vez en diciembre del 2019 en la ciudad china de Wuhan y se propagó rápidamente por todo el mundo, afectando a todos los continentes y provocante a más de 692 millones de casos confirmados y más de 20 millones de muertos.

Cooperación internacional

El acuerdo busca fortalecer la preparación, prevención y respuesta internacional ante futuras crisis sanitarias, promoviendo la solidaridad, la equidad y la transparencia, aunque con compromisos mayoritariamente voluntarios y margen para mejoras en el futuro. La cooperación entre los diferentes países para combatirlas se considera crucial, porque las pandemias no solo son una amenaza sanitaria que puede causar millones de muertes, sino que significan un riesgo para las sociedades y las economías mundiales. Para conseguir este acuerdo que finalmente se firmó este martes, se creó el Órgano de Negociación Intergubernamental (INB, por las siglas en inglés), un organismo creado por la Asamblea Mundial de la Salud en diciembre de 2021, compuesto por Estados miembros de la OMS, con el objetivo de redactar y negociar un convenio, acuerdo u otro instrumento internacional orientado a fortalecer la prevención, preparación y respuesta ante las pandemias. Hace falta recordar, sin embargo, que tanto Estados Unidos como Argentina ya no forman parte de la OMS después de la decisión de los presidentes Donald Trump y Javier Milei de salir de la organización internacional.

Puntos claves del tratado

El tratado establece mecanismos para una mejor coordinación entre países y un acceso más justo y rápido a los recursos esenciales como medicinas, vacunas y material médico destinado a enfrentar y controlar una pandemia, pero también situaciones de crisis humanitaria. Por eso, el acuerdo crea una red global de cadena de suministros y logística para asegurar la transparencia en toda esta cadena y coordinar las reservas internacionales que existan, cosa que se complementa con otro artículo, que plantea que los países no tienen que hacer “reservas nacionales excesivas” de productos vitales para frenar una pandemia. Este punto del acuerdo pretende evitar lo que pasó durante la pandemia, que algunos los países ricos acapararon vacunas durante la covid-19 y almacenaron cantidades que incluso superaban sus necesidades nacionales inmediatas. Después tuvieron que deshacerse de estas existencias cuando los lotes llegaban a la fecha de vencimiento, mientras que en los países pobres las vacunas llegaban con cuentagotas.

Acceso y distribución de beneficios

El acuerdo implementa un nuevo mecanismo por el acceso y la participación en los beneficios derivados de los patógenos —a partir de los cuales se pueden investigar y desarrollar vacunas y tratamientos— gestionados por la OMS. El gran cambio que se quiere conseguir con respecto a la situación que prevaleció durante la pandemia es que las farmacéuticas que accedan a estos patógenos asignen un 20% de producto que manufacturen a la OMS, la mitad como donación y el resto a un precio asequible, para que la organización lo distribuya donde las necesidades sean más urgentes. Cuando estalló la pandemia, varios gobiernos de países desarrollados financiaron a la industria farmacéutica y de biotecnología para acelerar el desarrollo de una vacuna y tratamiento, pero no hubo una rentabilidad de esta inversión, y una vez la vacuna estuvo terminada, tuvieron que negociar con las firmas productoras para su adquisición. Con el acuerdo se quiere conseguir que se repita este procedimiento, y por eso prevé que la financiación de la investigación y desarrollo de los nuevos tratamientos, diagnósticos o vacunas con fondos públicos tienen que hacerse en condiciones que garanticen un beneficio por el bien común.

Un compromiso imperfecto

El tratado, sin embargo, tiene también limitaciones y muchos de los compromisos asumidos son de carácter voluntario, a causa de las diferencias entre países sobre temas como la transferencia obligatoria de tecnología y la propiedad intelectual. El acuerdo es considerado un compromiso imperfecto, pero representa una base sólida para mejorar la respuesta global ante futuras emergencias sanitarias. El director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, calificó el tratado como un hito histórico y un ejemplo de consenso multilateral en un contexto internacional complejo. “Se ha hecho historia en Ginebra. Era necesario conseguir un consenso unilateral en un mundo crecientemente dividido”, subrayó Ghebreyesus, que consideró que se consiguió un tratado “equilibrado” en temas especialmente complicados durante las negociaciones, como el de la transferencia de tecnología relacionada con los productos para combatir la pandemia.

La directora de la ONG Iniciativa por Medicamentos para Enfermedades Olvidadas, Michelle Childs, recalcó que “el acuerdo sobre pandemias no es perfecto; es producto de un compromiso, y no se han cumplido todas las ambiciones, pero crea una nueva base sobre la cual construir para salvar vidas durante la próxima emergencia sanitaria mundial”, recalcó. Otras organizaciones, como Médicos Sin Fronteras han valorado positivamente el acuerdo, aunque insisten en la necesidad que Estados conviertan los compromisos en acciones concretas y “se envía una señal fuerte de solidaridad mundial y muestra un compromiso colectivo con una gobernanza inclusiva y responsable”.