En los últimos años se están intensificando los estudios genéticos para determinar qué variantes de los genes pueden aumentar el riesgo de que una persona desarrolle obesidad. Aún queda mucho trabajo por delante, pero lo cierto es que, poco a poco, se van desentrañando aspectos de esta madeja que podría dar lugar a tratamientos más eficaces contra una de las principales patologías que afecta a la sociedad moderna.

Un equipo de científicos de la Universidad de Copenhague ha publicado un estudio en el que identifican unas poblaciones de células del organismo que desempeñan un papel importante en el desarrollo de la enfermedad. Lo más significativo es que todas están en el cerebro. Según los expertos, los procesos biológicos que se producen fuera de los órganos que generalmente se han estudiado en la investigación acerca de la obesidad –como ocurre por ejemplo con las células grasas–, juegan un papel clave en esta patología.

Poblaciones de células del cerebro tienen un papel importante en el desarrollo de la obesidad

Los científicos identificaron unos tipos de células en el cerebro que regulan la memoria, el comportamiento y el procesamiento de la información sensorial que están involucradas en el desarrollo de la obesidad. Una investigación más profunda de estas áreas del cerebro puede decirnos por qué algunos de nosotros somos más susceptibles a desarrollar obesidad que otros.

El descubrimiento se realizó mediante el desarrollo de herramientas digitales que combinan dos tipos diferentes de datos. El primer tipo tiene que ver con datos de estudios de asociación de todo el genoma de alrededor de 450.000 personas y comparan la salud y los atributos físicos de una persona, como su peso corporal, con su genoma único. Gracias a esto se ha averiguado que las personas con obesidad tienen muchas más probabilidades de tener variantes genéticas en común

El segundo tipo de datos son aquellos que provienen de la secuenciación del ARN de una sola célula de más de 700 tipos diferentes de poblaciones de células de ratón. Diferentes células expresan diferentes partes del genoma, por lo que este conjunto de datos contiene la huella genética única para cada población celular. El equipo de la Universidad de Copenhague integró los dos tipos de datos y encontró que las variantes genéticas que están fuertemente asociadas con la obesidad, están cerca de los genes expresados ​​por 26 poblaciones de células que actúan como diferentes tipos de neuronas.

Todas estas conclusiones ponen de manifiesto que la obesidad no es un problema de falta de fuerza de voluntad, sino que el cerebro juega un papel importante en la obesidad al regular cómo el cuerpo mantiene sus necesidades energéticas. Lo hace procesando señales del interior del cuerpo sobre las reservas de energía y la ingesta de alimentos, así como señales externas como la vista y el olfato de los alimentos. Los nuevos descubrimientos apuntan a que el riesgo de una persona de desarrollar obesidad está impulsado por poblaciones de células que procesan los estímulos sensoriales y acciones directas relacionadas con la alimentación y el comportamiento.

Las personas con obesidad tienen muchas más probabilidades de tener variantes genéticas en común

Los expertos también identificaron tipos específicos de células cerebrales que intervienen en el aprendizaje y la memoria en la obesidad. El siguiente paso es explorar cómo los defectos en partes del cerebro tradicionalmente conocidas por regular la memoria y la integración de señales sensoriales, en realidad nos hacen más vulnerables a volvernos obesos.