La insuficiencia cardíaca es una enfermedad que se produce por la incapacidad del corazón para mantener la circulación sanguínea a los distintos órganos, según las necesidades propias del organismo. Constituye actualmente una verdadera epidemia en todo el mundo, que puede alcanzar hasta el 10% de las personas mayores de 70 años de edad y representa la primera causa de hospitalización en esta población. Además, su calidad de vida y pronóstico sin un adecuado control suelen ser desfavorables.

Según nos explica Pablo Sutelman, Jefe de la Unidad de Insuficiencia Cardiaca del Instituto del Corazón Teknon, a pesar de los avances sustanciales que se han visto en las estrategias terapéuticas para la insuficiencia cardíaca en los últimos años, el pilar fundamental del tratamiento médico continúa siendo la adopción de un estilo de vida saludable, que resulta imprescindible para optimizar el manejo de esta enfermedad.

Esto implica mantener una dieta apropiada, llevar un control de los factores de riesgo cardiovascular y la realización de ejercicio físico regular, una herramienta esencial para una vida sana. Cuando se habla de actividad física no solo se incluye al ejercicio físico planeado, sino también tener unos hábitos que permitan un estilo de vida activo, evitando el sedentarismo en las actividades del día a día.

Las personas que mantienen una actividad física periódica de calidad logran disminuir hasta en un 50 % el riesgo futuro de desarrollar insuficiencia cardíaca.

La Sociedad Europea de Cardiología, así como el resto de las sociedades científicas internacionales, recomienda, en todas las personas, la realización de como mínimo de 150 a 300 minutos semanales de ejercicio de moderada intensidad, o de 75 a 150 minutos de ejercicio aeróbico intenso, lo cual se ha visto en numerosos estudios genera un impacto beneficioso y permite prevenir la aparición de enfermedades.  En este sentido, es importante recalcar que aún en los casos en los que no es posible alcanzar los minutos semanales recomendados por las guías, mantener una vida activa y practicar ejercicio físico aún con una duración menor, también se asocia a beneficios valiosos.

Y es que el ejercicio físico en forma regular tiene grandes ventajas para la salud. A nivel cardiovascular, mejora la función y eficiencia del corazón, así como la circulación sanguínea al resto del organismo. Además, permite un mejor control de todos los factores de riesgo, como hipertensión arterial, diabetes, dislipemia y obesidad. Y en cuanto al estado de ánimo, consigue un mayor descanso nocturno, reduce la ansiedad y depresión, y mejora el rendimiento cognitivo.

 

Actividad física en pacientes con insuficiencia cardíaca

Por su parte, el entrenamiento físico en pacientes con insuficiencia cardíaca ha demostrado lograr una mejoría significativa en relación con la calidad de vida. Disminuye la aparición de síntomas relacionados con la enfermedad y se logra una mayor independencia. A su vez, se reduce el riesgo de padecer una nueva descompensación y hospitalización por insuficiencia cardíaca, y hasta disminuye la tasa de mortalidad.

En general, la realización de actividad física resulta una práctica muy segura, pero es importante iniciarlo en forma escalonada y progresiva para evitar molestias o lesiones, y siempre bajo la prescripción del equipo médico. Hay que saber identificar también potenciales señales de alarma, como la aparición de falta de aire intensa, dolor torácico o mareos importantes, que deberían motivar suspender el ejercicio y consultar a su médico. Por ello, todas las sesiones de entrenamiento físico en la insuficiencia cardíaca deben estar personalizadas para cada paciente en particular, teniendo en cuenta sus características propias y condiciones clínicas asociadas.

 

¿Cómo se puede entrenar con insuficiencia cardíaca?

  1. Las sesiones de entrenamiento constan de una fase inicial de calentamiento muscular gradual, de 15 minutos aproximadamente, para poner en movimientos los distintos grupos musculares y articulaciones, y preparar al cuerpo para el ejercicio.
  2.  Luego, se desarrollará el entrenamiento específico, que habitualmente puede ser de dos tipos: aeróbico o de resistencia. El primero, se caracteriza por mejorar la aptitud física y la capacidad cardiopulmonar, como por ejemplo caminar, correr, nadar o ciclismo. El segundo, implica una actividad física cuyo objetivo es aumentar la potencia y fuerza muscular, como las sesiones de musculación o el entrenamiento por intervalos de alta intensidad. 
  3. Una vez finalizada la actividad física, hay que realizar un breve período de recuperación de 10 minutos de duración, para reducir la intensidad en forma escalonada y permitir una adecuada relajación muscular.

El ejercicio físico en pacientes con insuficiencia cardíaca suele indicarse generalmente a un 70 a 80 % de la frecuencia cardíaca obtenida en las pruebas de esfuerzo, aunque siempre se lo individualiza según cada caso. Se recomienda realizar una base de entrenamiento físico aeróbico de 3 a 5 veces por semana, dependiendo de las capacidades del paciente, y combinarlo de ser posible con 1 o 2 sesiones de ejercicios de resistencia.

La importancia de la medicación

Otro punto para tener presente es que la medicación empleada puede modificar el desarrollo normal del ejercicio físico. El tratamiento antihipertensivo, por un lado, origina vasodilatación de las arterias y puede producir alteraciones en la tensión arterial durante el esfuerzo, lo que inicialmente puede manifestarse como síntomas de mareos o fatiga, aunque usualmente mejoran con el entrenamiento progresivo. Otra situación similar sucede con los betabloqueantes, que son fármacos que actúan reduciendo la frecuencia cardíaca basal y pueden llegar a frenar la respuesta normal del corazón al ejercicio. No obstante, como con los antihipertensivos son situaciones a las que el cuerpo se adapta gradualmente y no suelen traer mayores problemas. En pacientes que se encuentran bajo tratamiento diurético es importante mantener una correcta hidratación durante la actividad física para evitar cuadros de deshidratación.

Por último, existen en la actualidad programas específicos de rehabilitación cardíaca para el entrenamiento físico de pacientes con insuficiencia cardiaca, que se encargan de planificar y estructurar el ejercicio de forma supervisada según el tipo de actividad que se necesite y ajustando su intensidad, por lo que es recomendable averiguar en centros de salud locales o a través de su equipo médico la posibilidad de participar en uno de ellos.

El apoyo que necesitas

El Instituto del Corazón Quirónsalud Teknon cuenta con un equipo multidisciplinar único, formado por los mejores profesionales especialistas en cada uno de sus campos: cardiología clínica, cirugía cardíaca, cirugía vascular, especialistas en imagen cardiaca, hemodinámica, patología cardíaca estructural, electrofisiología y arritmias, y expertos en rehabilitación cardiovascular. Además de unas instalaciones únicas dotadas de la tecnología más innovadora para cuidar de la salud de tu corazón.