Durante años se ha postergado lo que diversas asociaciones médicas denuncian como una amenaza para la salud humana: el amianto. Erradicar de forma segura este componente del fibrocemento –muy utilizado en la construcción durante años– antes del año 2032 debe de ser una de las prioridades del contexto actual de reconstrucción que quiere acometer la UE, según ha pedido la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR). Se calcula que cada año mueren en Europa 88.000 personas por la exposición a esta sustancia.

Solo en la ciudad de Barcelona hay más de 6.000 edificios y garajes que tienen este silicato. A lo largo del siglo XX, se fueron conociendo sus efectos nocivos sobre la salud respiratoria humana, basados en la capacidad de las fibras del amianto para provocar una reacción inflamatoria de lenta progresión y un efecto carcinogénico. Hoy, se estima que el 65% de la vida útil del amianto (de 30 a 35 años) que sigue instalado en la geografía del Estado ha finalizado, lo que implica que las fibras que se desprenden de este sean más dañinas y letales.

El amianto está relacionado con el desarrollo de enfermedades como el cáncer

Actualmente, existen evidencias sólidas que vinculan la exposición al amianto con el desarrollo de placas, fibrosis y derrame pleural, atelectasia redonda, asbestosis, cáncer de pulmón, mesotelioma de la pleura y del peritoneo, cáncer de laringe y de ovario. El tiempo de latencia entre la exposición y aparición de estas enfermedades es de 20 a 40 años y, en la actualidad, aún se diagnostican enfermedades por amianto en personas que estuvieron expuestas a este material antes del 2002 –año en que se prohibió su uso en España–, así como entre trabajadores de obras y reparaciones que afectan a estructuras y edificios que lo contienen.

El problema es que, aunque existen un sinfín de evidencias científicas, el amianto aún se encuentra en muchos lugares: en el fibrocemento, tejados de viviendas y naves industriales, tuberías de abastecimiento de agua, estructuras de todo tipo de edificaciones, públicas y privadas, centros educativos y viviendas, en los vertidos ilegales de entornos urbanos y rurales, en instalaciones e infraestructuras de transporte como ferrocarriles, barcos e, incluso, en el Metro de Madrid y Barcelona.


Solo en Barcelona hay 6.000 edificios que contiene amianto 

Actualmente, existe una gran necesidad de conocer la dimensión del problema, tanto en cuanto a diagnósticos como a mortalidad por enfermedades malignas debidas al amianto. Un estudio hecho en 544 pacientes en Barcelona y publicado en la revista Canadian Respiratory Journal en 2017 encontró que había una mortalidad relacionada directamente con el amianto y que el 57,7% de estas muertes fueron debidas al mesotelioma, por lo que instaba a llevar a cabo un plan preventivo en la comunidad.

Hasta la fecha se han identificado un total de 2.526 empresas que realizan o han realizado actividad laboral con amianto, y 56.373 trabajadores que manipulan o en su día manipularon este material, de los cuales 30.387 son trabajadores postexpuestos y 17.645 están actualmente expuestos. El número de enfermedades por amianto es de 6.570, el 53% de las cuales corresponden a placas pleurales.