Hoy, día 10 de octubre, se celebra el Día Mundial de la Salud Mental y tal y como señala la OMS en algunos países, la vida está volviendo a una cierta apariencia de normalidad; en otros, las tasas de transmisión e ingresos hospitalarios siguen siendo elevadas, lo que perturba la vida de las familias y las comunidades.

La Organización destaca como en todos los países, en mayor o menor medida, “la pandemia ha tenido un gran impacto en la salud mental de las personas. Algunos grupos, como los trabajadores de la salud y otros trabajadores de primera línea, los estudiantes, las personas que viven solas y aquellas con problemas de salud mental preexistentes, se han visto especialmente afectados”. Al mismo tiempo, una encuesta de la OMS realizada a mediados de 2020 mostraba claramente que los servicios de atención para los trastornos mentales, neurológicos y por consumo de sustancias se habían visto considerablemente interrumpidos durante la pandemia.

Durante la Asamblea Mundial de la Salud de mayo de 2021, los gobiernos de todo el mundo reconocieron la necesidad de ampliar los servicios de salud mental de calidad a todos los niveles y respaldaron el Plan de Acción Integral sobre Salud Mental 2013-2020 de la OMS, incluidas las opciones de aplicación actualizadas del Plan y los indicadores para medir los progresos. No obstante, el Día Mundial de la Salud Mental también ofrece la oportunidad de empoderar a las personas para que cuiden de su propia salud mental.

Otro de los aspectos, además de la pandemia, en la que los expertos han puesto el foco es en la vida en las ciudades. Las personas que viven en estos núcleos urbanos se enfrentan a muchos desafíos que amenazan su salud mental. De hecho, en países en los que un número relativamente mayor de personas vive en ciudades, la depresión, la ansiedad y la adicción son generalmente más comunes. Por eso existe una necesidad urgente de comprender mejor la interacción dinámica entre estas áreas.

Así lo manifiesta un equipo de investigadores de la Universidad de Amsterdam en un documento publicado en la revista The Lancet Psychiatry. Los investigadores enfatizan la urgencia de la situación y presentan un nuevo marco conceptual para identificar nuevos métodos de prevención y tratamiento para los trastornos mentales comunes en contextos urbanos.

“La vida en la ciudad es atractiva en muchos sentidos, pero también tiene varias desventajas”, asegura el autor principal, Junus van der Wal. El equipo de expertos identifica una gran cantidad de factores que influyen en el entorno urbano y, en consecuencia, también pueden influir en el bienestar mental de las personas.

Para desarrollar su idea han creado un personaje, Jane, una mujer que vive en una gran ciudad, en un barrio con poca vegetación. Su piso está cerca de una calle muy transitada. Tiene bajos ingresos, por lo que a menudo está estresada por el dinero. El ruido constante del tráfico le perturba el sueño y le provoca insomnio. Como resultado, su desempeño laboral se ve afectado, lo que aumenta aún más su estrés financiero. Además, la contaminación del aire por el tráfico en la carretera con mucho tráfico puede afectar el funcionamiento de su cerebro. Además, a menudo hay ciclos de retroalimentación en estos modelos. Si muchas personas de la zona tienen problemas de salud mental, por ejemplo, esto puede tener un impacto negativo en la cohesión social del barrio, lo que a su vez puede tener un efecto negativo en los vecinos. Sin embargo, si el municipio donde vive Jane invirtiera en el desarrollo sostenible, por ejemplo, creando un parque entre el edificio donde vive y la carretera transitada, esto podría ayudarla. Este tipo de intervención podría reducir el estrés y la congestión del tráfico, posiblemente aumentar la cohesión social en el vecindario y ayudar a contrarrestar la contaminación del aire”, aseguran los expertos.

“En nuestro documento de posición, presentamos un nuevo marco conceptual para todas las investigaciones futuras sobre salud mental en el entorno urbano. Solo este enfoque nos permitirá ver cómo todos los factores interactúan y afectan a las personas, y también proponer intervenciones y tratamientos específicos para mejorar la salud mental de los habitantes urbanos”, explican.