La demencia, principalmente el Alzheimer, tienen dos signos claves que la identifican frente a otras patologías cerebrales: la acumulación de proteínas en el cerebro y el deterioro cognitivo. Una nueva investigación publicada en la revista Alzheimer's & Dementia relaciona estos dos aspectos con los pensamientos negativos repetitivos. La investigación sienta las bases para futuras investigaciones encaminadas a cómo las terapias psicológicas que tratan este tipo de pensamientos pueden inhibir el Alzheimer y otras demencias.
A día de hoy, todavía no está claro cuál es la causa principal que origina la enfermedad del Alzheimer, por lo que se piensa que puede deberse un cúmulo de factores. Actualmente no existe cura y los tratamientos generalmente se centran en el tratamiento médico para reducir temporalmente los síntomas y los cambios de comportamiento que pueden ralentizar la progresión de la enfermedad.
Existen investigaciones que sugieren que los factores psicológicos, como la depresión y la ansiedad, pueden tener una relación con la enfermedad de Alzheimer. Precisamente sobre esta base han trabajado los investigadores, que han desarrollado el concepto de deuda cognitiva como factor de riesgo para la enfermedad de Alzheimer. Según afirman, esta deuda es adquirida por los pensamientos negativos repetitivos, que conllevan pensar repetidamente en el pasado y una preocupación excesiva por el futuro.
La investigación
Para realizar el estudio, los autores analizaron dos grupos de participantes que formaban un total de 360 personas. En ambos, midieron los niveles de pensamientos negativos, depresión, ansiedad y deterioro cognitivo durante 4 años. Además, midieron los niveles de las proteínas tau y beta amiloide (responsables del Alzheimer) en los cerebros de 113 de los participantes. Tras el análisis, concluyeron que cuantos más pensamientos negativos, más rápido es el deterioro cognitivo de una persona. También encontraron que estas personas tenían más probabilidades de tener depósitos significativos de proteínas tau y amiloides.
Descubrieron que ciertos patrones de pensamiento implicados en la depresión y la ansiedad podrían ser una razón subyacente por la cual las personas con esos trastornos tienen más probabilidades de desarrollar demencia. “Creemos que los patrones de pensamiento negativo crónico durante un largo período de tiempo puedan aumentar el riesgo de demencia”, aseguran los científicos, que esperan que los resultados puedan usarse para desarrollar estrategias para reducir el riesgo de demencia de las personas ayudándolas mediante terapia a reducir estos pensamientos”.
Ahora toca investigar cuál es la relación causal entre ambos factores, porque no está del todo claro. Posiblemente, porque los pensamientos negativos elevan los niveles de estrés de una persona. Sin embargo, tampoco se puede descartar la posibilidad de que los primeros signos de la enfermedad de Alzheimer pudieran conducir a los pensamientos negativos. En cualquier caso, es un área prometedora de investigación.