En los últimos años, los casos de niños y jóvenes medicados para tratar trastornos de ansiedad se ha incrementado de forma notable, debido, de manera obvia, al incremento de esta patología a edades cada vez más tempranas. Sin embargo, este tipo de fármacos, que a veces son necesarios para llevar una vida de calidad, causan efectos secundarios de los que no siempre se informa correctamente.

Recientemente, el Diario de la Academia Estadounidense de Psiquiatría Infantil y Adolescente ha publicado un estudio llevado a cabo en el Departamento de Psiquiatría y Neurociencia del Comportamiento de la Facultad de Medicina de la Universidad de Cincinnati, en el que se analizan específicamente los efectos secundarios que afectan a los niños y adolescentes tratados por trastornos de ansiedad y trastorno obsesivo compulsivo (TOC). Se trata de uno de los primeros estudios que examinan los efectos secundarios de estos medicamentos en la juventud no enfocados exclusivamente a la aparición de pensamientos suicidas o sobre las consecuencias de la interrupción de la medicación.

Tal y como explican los expertos, en las últimas dos décadas, los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina, conocidos como ISRS –que aumentan los niveles de serotonina en el cerebro– y los inhibidores de la recaptación de serotonina-norepinefrina, conocidos como IRSN –que bloquean la reabsorción de los neurotransmisores serotonina y noradrenalina en el cerebro–, los cuales se han convertido en los tratamientos de medicación estándar para pacientes pediátricos con estas patologías. Los científicos querían analizar los efectos secundarios comúnmente asociados a pacientes pediátricos tratados con estos fármacos, que incluyen agitación, náuseas, dolor abdominal, insomnio, dolor de cabeza y fatiga.

El estudio

 

Para llevarlo a cabo han realizado una revisión de artículos académicos utilizando herramientas estadísticas conocidas como modelos jerárquicos bayesianos, que permiten combinar los resultados de diferentes estudios teniendo en cuenta las variaciones entre los pacientes y esos estudios. 

De 18 ensayos, que incluyeron a más de 2.500 pacientes medicados y luego comparados con pacientes que tomaron un placebo, los ISRS produjeron más efectos secundarios; y entre los síntomas más destacados, la agitación fue el más común.

También cabe destacar que tanto los ISRS como los IRSN no se asociaron con pensamientos suicidas, sino que esta tendencia tiene que ver más con la ansiedad o el TOC que padece el paciente que con los efectos secundarios del fármaco. Para los expertos que han participado en el estudio, los resultados son importantes porque les permite comprobar qué tipo de fármaco es mejor y tiene menos efectos adversos en la vida del paciente. En este caso, y una vez revisados todos los estudios, los expertos de la Universidad de Cincinnati apuestan por los ISRS (los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina) como una mejor opción en comparación con los IRSN para tratar los trastornos derivados de la ansiedad en niños y jóvenes.