En nuestro cerebro tenemos unos espacios de líquido –llamados espacios perivasculares– que rodean a los vasos sanguíneos y cuya función es, entre otras cosas, la del drenaje de las sustancias residuales y las toxinas que se generan por la propia actividad cerebral que necesitan ser eliminados. Se localizan en las arterias de los ganglios basales, las medulares o el tronco encefálico.
Según concluye un estudio publicado en Neurology, la revista médica de la Academia Estadounidense de Neurología, algunas personas tienen más agrandados estos espacios y son más propensas a desarrollar problemas cognitivos y demencia con el tiempo.
El estudio
Para llevar a cabo la investigación, los expertos de la Universidad de Nuevas Gales del Sur en Sidney formaron un grupo de 414 personas con una edad media de 80 años. Los participantes realizaron pruebas cognitivas sobre habilidades de pensamiento y memoria y se les evaluó la presencia de demencia al comienzo del estudio y cada dos años durante ocho años. En ese tiempo se sometieron a escáneres cerebrales de resonancia magnética para verificar espacios perivasculares agrandados en dos áreas clave del cerebro.
Después se comparó el resultado de las pruebas entre las personas que tenían un mayor número de espacios perivasculares agrandados con aquellos con las tenían menos o los tenían sin agrandar. “La enfermedad del espacio perivascular grave, es decir, su agrandamiento, puede ser un marcador de un mayor riesgo de deterioro cognitivo y demencia”, concluyen los expertos en el estudio. “Se necesita más investigación para comprender cómo se desarrollan estos espacios ampliados, ya que podrían ser un importante biomarcador potencial para ayudar con el diagnóstico temprano de la demencia”.
En concreto, los investigadores encontraron que las personas con la mayor cantidad de espacios perivasculares agrandados en ambas áreas del cerebro tenían casi tres veces más probabilidades de desarrollar demencia que las personas con menos o ningún espacio agrandado.
Un total de 97 personas –el 24% de los participantes– fueron diagnosticadas con demencia durante el estudio. Pero de entre las 31 que tenían espacios perivasculares agrandados, 12 fueron diagnosticadas con demencia (el 39%). Una cifra considerable.
Además, las personas con agrandamiento severo de los espacios perivasculares en ambas áreas del cerebro, también eran más propensas a tener un mayor deterioro cuatro años después. Los resultados persistieron después de que los investigadores ajustaran otros factores que podrían afectar las puntuaciones en las pruebas o el desarrollo de la demencia, como la edad, la presión arterial alta y la diabetes. Los investigadores también tomaron en cuenta otros signos de enfermedad en los pequeños vasos sanguíneos del cerebro, que también pueden ser un signo de riesgo de demencia.