Acercándonos poco a poco a la temporada estival, comienzan a aparecer los mosquitos, unos insectos tan necesarios para el ecosistema como molestos en aquellas ocasiones en las que nos acribillan con sus picaduras.
Normalmente, para evitarlos se compran repelentes que no solo protegen contra las picaduras, sino que en algunos países menos desarrollados son un remedio eficaz para evitar la transmisión de enfermedades que pueden llegar a causar la muerte de 700.000 personas en todo el mundo cada año. Dado que los mosquitos se vuelven cada vez más resistentes a nuestras mejores defensas químicas, los investigadores están constantemente buscando nuevas formas de combatirlos.
Un nuevo estudio de título A dual-target molecular mechanism of pyrethrum repellency against mosquitoes (Un mecanismo molecular de doble objetivo de repelencia del piretro contra los mosquitos) ha identificado un receptor de olor en los mosquitos que les ayuda a olfatear y evitar trazas de piretro, un extracto de planta utilizado durante siglos para repeler insectos que pican.
El piretro, uno de los insecticidas más antiguos que se conocen, proviene de las flores secas y trituradas de ciertas especies de crisantemos. Se degrada rápidamente a la luz del sol y no se absorbe fácilmente a través de la piel, por lo que el insecticida se ha considerado durante mucho tiempo una de las opciones más seguras para su uso con niños y mascotas.
Es eficaz contra los mosquitos porque actúa uniéndose a los poros diminutos de las células nerviosas de los insectos y paralizándolos al contacto. Pero además, tiene otra propiedad. En concentraciones más bajas, protege no matando a los mosquitos, evita que se acerquen lo suficiente para picar.
El estudio de este repelente natural ha sido dirigido por la profesora de biología Ke Dong, quien recientemente se unió a la facultad de la Universidad de Duke y cuyo equipo ha realizado una investigación para comprender cómo los mosquitos detectan y evitan el piretro.
El estudio
Primero, un equipo de personas tuvo que ponerse un guante de goma especial y después meter la mano en una jaula con 50 mosquitos. El guante tenía una pantalla de protectora en la parte posterior hecha de dos capas de malla holgada. La capa superior actúa como una barrera que los mosquitos no pueden atravesar. Normalmente, a los mosquitos les resulta irresistible el calor y el aroma de la piel humana flotando a través de la malla, y se apresuran a aterrizar y comprobarlo. Pero cuando la capa inferior de malla más cercana a la piel tocó el piretro, perdieron el interés.
Estos primeros experimentos confirmaron que los mosquitos no tienen que acercarse lo suficiente para saborear o tocar la piel o la ropa tratada con piretro para mantenerse alejados.
Para averiguar si el olor estaba involucrado, los investigadores colocaron pequeños electrodos de alambre en los pequeños pelos que cubren las antenas de los mosquitos y midieron sus respuestas eléctricas a las bocanadas de aire que contienen sustancias químicas liberadas por el piretro y otros repelentes. La capacidad de un mosquito para oler proviene de receptores especiales incrustados en las células nerviosas de las antenas y las partes de la boca del insecto. Una vez que las moléculas de olor que flotan en el aire estimulan estos receptores, las células nerviosas envían un mensaje al cerebro, que identifica el olor. Dong y sus colegas pudieron identificar un ingrediente específico en los extractos de flores de piretro, llamado EBF, que activa un receptor de olor en la antena del mosquito llamado Or31.
Descubrieron que el EBF trabaja junto con otros componentes llamados piretrinas para hacer un ramo especialmente desagradable. Incluso pequeñas dosis que los mosquitos apenas parecen notar cuando los compuestos se dan solos (menos de cinco moléculas de olor por millón de moléculas de aire) pueden enviar a los insectos volando o arrastrándose cuando ocurren en combinación.
El estudio ha sido publicado en la revista Nature Communications y podría ayudar a los investigadores a desarrollar nuevos repelentes de amplio espectro para mantener a raya a una variedad de mosquitos y, por extensión, evitar que piquen a las personas y propaguen enfermedades.