La música forma parte de nuestras vidas de una manera indeleble. A la mayoría nos han dormido con una canción, recordamos canciones de nuestra infancia, de las relaciones con parejas, de diferentes etapas de nuestra vida. Pero ¿qué es lo que hace que la música nos sea tan agradable y nos genere tan buenos sentimientos?
En un estudio publicado en la revista Current Biology, un equipo de expertos de la Universidad de Bergen, en Noruega, ha analizado por qué las personas encuentran ciertas canciones –entre las que se encuentran Country Roads de James Taylor, Red, Red Wine de UB40 u Ob-La-Di, Ob-La-Da de The Beatles– tan irresistiblemente agradables. Para ello han estudiado 80.000 acordes en 745 canciones de pop clásicas y han descubierto que el placer musical proviene de la combinación correcta de incertidumbre y sorpresa. Según los científicos, las canciones que resultan agradables son aquellas que logran un buen equilibrio entre saber lo que sucederá después y sorprendernos con algo que no esperábamos.
La investigación comprobó que cuando las personas que participaron en el estudio estaban relativamente seguras acerca de qué acorde esperar después, les resultaba agradable cuando llegaba un elemento sorpresa. Por otro lado, cuando las personas no estaban seguras de qué esperar a continuación, les resultaba agradable cuando los acordes posteriores no fueran sorprendentes. Es decir, las expectativas provocan una suerte de placer a la hora de escuchar música.
Los estudios de imágenes cerebrales que se realizaron en la investigación mediante imágenes de resonancia magnética funcional (fMRI) encontraron que la experiencia del placer musical se reflejó en tres regiones cerebrales: la amígdala, el hipocampo y la corteza auditiva. Esas regiones del cerebro juegan un papel en el procesamiento de las emociones, el aprendizaje y la memoria, y el procesamiento del sonido, respectivamente. En cambio, la actividad en el área del cerebro que procesa las expectativas de recompensa y que anteriormente se creía que desempeñaba un papel en el placer musical, solo refleja incertidumbre.
Según subrayan los científicos, “en resumen, el placer musical depende de la interacción dinámica entre los estados de expectativa prospectiva y retrospectiva. Nuestra capacidad fundamental de predecir es, por lo tanto, un mecanismo importante a través del cual las secuencias de sonido abstractas adquieren un significado afectivo y se transforman en un fenómeno cultural universal que llamamos música”.
Tras finalizar esta investigación, los expertos que han colaborado en ella quieren continuar su estudio analizando la actividad cerebral en relación a la combinación entre incertidumbre y sorpresa en la apreciación que tenemos de otras formas de arte como la danza y el cine. Es importante también este análisis porque podría utilizarse a la hora de mejorar los algoritmos de generación de música artificial, unos métodos que ayudan a los compositores a escribir música o incluso predecir tendencias musicales. Además, quieren analizar cómo fluye la información a través de diferentes partes del cerebro con el tiempo. Es decir, quieren saber por qué a las personas determinada música les emociona de una forma tan profunda, una emoción muy humana que nos ha acompañado a lo largo de la historia.