En el mundo existen más 2.000 especies de medusas, un animal invertebrado, transparente y con tentáculos que segrega unas toxinas para defenderse. La mayoría no son peligrosas y su picadura no va más allá de una cierta molestia, pero en algunas ocasiones ocasionan reacciones que pueden resultar problemáticas, sobre todo en personas vulnerables, por lo que es aconsejable seguir su evolución.
La mayoría de las picaduras se producen de forma accidental, al pisarlas o rozarlas durante un baño en el mar. Los síntomas más comunes son la sensación de ardor y escozor en la piel, hormigueo o entumecimiento en la zona de la picadura, así como enrojecimiento, sudoración excesiva o rinorrea y ojos llorosos.
En caso de ser más grave, se pueden producir calambres, dolor en el pecho y el abdomen, cambios en la frecuencia cardiaca o en el pulso, náuseas, mareos, vómitos y problemas a la hora de respirar. La gravedad depende del tipo de medusa, de la cantidad de piel afectada y de la reacción de la persona.
Cuando se ha producido la picadura, lo primero que se debe hacer es acudir al socorrista más cercano, puesto que en el puesto de ayuda tendrán todo el material necesario para ayudar. Normalmente, el objetivo es aliviar el dolor y observar si se está produciendo algún tipo de reacción alérgica inmediata. La mayoría de las picaduras de medusa se pueden tratar de inmediato con agua salada, nunca con agua dulce o del grifo. El agua salada ayuda a disminuir la sensación de ardor.
Para el dolor se puede aplicar un analgésico tópico como la lidocaína o el ibuprofeno, que disminuyen el efecto de la picadura. Si se está produciendo una reacción alérgica de tipo cutáneo, como una urticaria, generalmente se aplica una crema antihistamínica.
Lo que nunca se debe hacer es tocar con las manos, porque a veces quedan restos del tentáculo de la medusa con veneno y pueden verse afectadas las manos. Es mejor retirar los restos con pinzas para evitar reacciones en otras zonas.
Si la picadura no va a más, que es normal, basta con no frotar la zona durante horas y tomar algún analgésico para evitar el dolor. Las duchas calientes pueden también aliviar la zona. Si se ha producido algún tipo de reacción, lo mejor es acudir a un centro médico para que prescriba el tratamiento correspondiente.
En cuanto a la prevención, lo mejor es preguntar al socorrista cuando se acude a una playa si o se conoce si existe la posibilidad de encontrarse más medusas de lo habitual y de qué tipo, sobre todo si se desconoce la playa. Las personas que bucean o navegan en aguas profundas tienen más probabilidades de sufrir picaduras, al igual que las que practican estas actividades sin equipo de protección y las que hacen surf.
Las medusas se mueven en patrones, corrientes y son más comunes durante ciertas épocas del año. Al andar en aguas poco profundas, un buen consejo es mover los pies y caminar lentamente para no perturbar la arena y evitar la captura de una medusa por sorpresa. Y tener en cuenta que incluso las medusas muertas pueden desplegar su veneno desde sus tentáculos, por lo que es mejor no acercarse nunca.