Nuestro sentido de la orientación tiende a empeorar con la edad. Se trata de una afirmación que cuenta con el respaldo de una investigación llevada a cabo por científicos del Centro Alemán de Enfermedades Neurodegenerativas (DZNE) y expertos de los Estados Unidos que ha sido publicada en la revista Nature Communications.
Según sus hallazgos, la principal fuente de errores en la determinación de la posición espacial y aparentemente la causa de los problemas de orientación relacionados con la edad es una percepción ruidosa y, por lo tanto, imprecisa de la velocidad a la que uno se mueve.
Desde estímulos visuales hasta retroalimentación muscular y señales transmitidas por el sistema vestibular, el cerebro humano utiliza una amplia gama de entradas sensoriales para determinar la posición y guiarnos a través del espacio. Una parte esencial del procesamiento de la información necesaria ocurre en la corteza entorrinal. En esta área, que está presente en ambos hemisferios cerebrales, hay neuronas especiales que generan un mapa mental del entorno físico. Por lo tanto, la información sobre el espacio real se traduce a un formato de datos, que el cerebro puede procesar.
Hay personas con buenas habilidades de orientación y a quienes les resulta más difícil orientarse. Esta capacidad generalmente disminuye con la edad, porque las personas mayores generalmente encuentran la orientación espacial más difícil que las personas más jóvenes, especialmente en entornos desconocidos. Por lo tanto, las posibilidades de perderse aumentan con la edad.
El estudio
Para comprender las causas de esta disminución, los científicos diseñaron un experimento específico. un total de aproximadamente 60 adultos jóvenes y mayores cognitivamente sanos quienes estaban equipados con gafas de realidad virtual tuvieron que moverse y orientarse, por separado, dentro de un entorno generado digitalmente.
Al mismo tiempo, los participantes también se movieron físicamente a lo largo de caminos complicados. Fueron asistidos por un experimentador que condujo a la persona de prueba individual de la mano. Al hacerlo, el movimiento real condujo directamente a movimientos en el espacio virtual. Durante el experimento, se les pidió a los participantes varias veces que estimaran la distancia y la dirección al punto de inicio del camino. Debido a que el entorno virtual ofrecía solo unas pocas señales visuales para la orientación, los participantes tuvieron que depender principalmente de otros estímulos.
Se observó con qué precisión los participantes pudieron evaluar su posición en el espacio y, por lo tanto, pudieron probar lo que se conoce como integración de ruta, la capacidad de determinar la posición en función de la conciencia del cuerpo y la percepción del propio movimiento.
El cuerpo humano y sus órganos sensoriales están lejos de ser perfectos. Por lo tanto, el procesamiento de la información en el cerebro se ve afectado por fallas, que pueden interpretarse como ruido. Con la ayuda del modelo matemático, se pudieron desentrañar las contribuciones de varias fuentes de error e identificar qué distorsiona más el seguimiento de posición y qué tiene poco efecto. Esas fuentes de error nunca se han investigado hasta ahora a este nivel de detalle.
La conclusión del equipo de investigación fue que los errores en la integración de la ruta son causados principalmente por la acumulación de ruido interno en el procesamiento de la información, y este fenómeno es probablemente una consecuencia de imprecisiones en la percepción de la velocidad del movimiento.
Esta fuente de error fue dominante tanto en los más jóvenes (edad promedio 22 años) como en los adultos mayores (edad promedio 69 años). Los sujetos jóvenes fueron generalmente mejores en orientación que los participantes mayores del estudio. Y el ruido interno acumulado aumentó con la edad. Este fenómeno es aparentemente la principal causa de déficit en la integración de la ruta y probablemente también el desencadenante de problemas de orientación relacionados con la edad. El problema principal reside en el flujo de información que llega a la corteza entorrinal, lo que hace pensar que puede ser una vía para el diagnóstico precoz de Alzheimer, ya que esta enfermedad se asocia con daños en esta parte del cerebro en una edad temprana.
El objetivo a largo plazo de los investigadores es desarrollar métodos de diagnóstico que detecten la enfermedad de Alzheimer en una etapa temprana, algo que podría ser posible utilizando tecnología como la realidad virtual.