La Agencia Nacional de Seguridad Sanitaria de la Alimentación, el Medioambiente y el Trabajo de Francia ha publicado recientemente un amplio informe de más de 400 páginas en el que analiza las consecuencias para nuestra salud de la exposición a las pantallas y bombillas LED que emiten la famosa luz azul. Según se subraya en la publicación, “esta iluminación puede dañar la retina del ojo y alterar los ritmos naturales del sueño”, puesto que las nuevas investigaciones realizadas hasta la fecha confirman que se trata de una luz fototóxica.

El informe asegura que la exposición crónica a fuentes de luz LED blancas con mayor proporción de azul en el espectro (principalmente las luces LED que emiten un blanco más frío) “acelera el envejecimiento del tejido retiniano, lo que contribuye a una disminución de la agudeza visual y ciertas enfermedades degenerativas, como la degeneración macular relacionada con la edad”.

Este tipo de bombillas se han popularizado en los últimos años en el hogar, la calle, las oficinas y la industria, hasta el punto que se calcula que suponen el 60% de las mismas en el mercado. También se utilizan, aunque en menor intensidad, en móviles, tablets y portátiles. En este caso, los expertos que han elaborado el documento recuerdan que estos dispositivos “alteran los ritmos biológicos y, por lo tanto, los patrones de sueño”.

Especialmente grave es en el caso de los niños y adolescentes, debido a que la lente cristalina en sus ojos no está completamente formada y son más susceptibles a estos cambios en los ciclos circadianos que pueden inducir a la aparición y agravar los síntomas de trastornos metabólicos como la diabetes, las enfermedades cardiovasculares y algunas formas de cáncer.

Y no sólo eso. El efecto estroboscópico de algunas luces LED que provocan los pequeños destellos pueden causar “dolores de cabeza, fatiga visual y un mayor riesgo de accidentes”, según señala el informe.

Por estos motivos, la Agencia realiza dos recomendaciones que deberían implantar todas aquellas personas que quieran limitar los perjuicios que causa esta iluminación en su salud.

En primer lugar, comprar iluminación LED del tipo blanca cálida y no blanca fría, que contiene más luz azul. Y, en segundo lugar, limitar la exposición a estas fuentes en la medida de lo posible, sobre todo antes de irse a la cama que es cuando pueden resultar más dañinas.

Además, aconseja a los fabricantes “limitar la intensidad luminosa de los faros de los vehículos”. En cuanto a los filtros y las gafas que se anuncian como anti-luz azul, la Agencia muestra dudas acerca de su eficacia. Lo cierto es que, hasta la fecha, no se ha realizado ningún estudio importante  y con una muestra relevante de participantes que concluya que tanto los filtros como las gafas tengan beneficios probados para hacer frente a los daños causados por este tipo de luz.