Una de las primeras medidas que se tomó para contener el avance de la COVID-19 fue suspender las clases presenciales en los centros educativos, al mismo tiempo que se recogía la necesidad de mantener las actividades educativas de manera online siempre que fuera posible.

Esto ha supuesto que aproximadamente diez millones de estudiantes de escuelas infantiles, colegios, institutos y universidades estén recibiendo desde entonces los contenidos propios de cada curso escolar mediante las nuevas tecnologías y desde todo tipo de entornos virtuales.

Tras haber pasado más de dos meses, un equipo de expertos en psicología educativa que ha formado la plataforma Educamos Contigo –una iniciativa nacida para responder a las necesidades de la comunidad escolar y crear una base de recursos didácticos a la que los interesados puedan acceder libremente– ha querido realizar una valoración acerca del impacto que ha supuesto este cambio de modalidad educativa de la que no había, en buena medida, una amplia experiencia al respecto.

Los expertos subrayan que este tiempo ha servido para demostrar que, como la educación presencial es la que prima en nuestro sistema educativo, se han generado una serie de carencias entre las que cabe destacar el hecho de que el uso de Internet no siempre está abierto hacia los estudiantes.

O que la carga de trabajo en este periodo de confinamiento no está siendo equilibrada ni asignada en función de las necesidades, capacidades y recursos de cada estudiante. En ocasiones, se están improvisando los recursos y materiales con los que los estudiantes pueden trabajar y, a veces, toman especial protagonismo las fotos del cuaderno o del libro de texto.

Además, las plataformas para comunicarse son, en muchos casos, improvisadas y en el seguimiento de los docentes no hay demasiada coordinación, a pesar de que trabajan a destajo y con vocación y compromiso. Todas estas situaciones están generando ansiedad, estrés y problemas tanto entre los niños como en el caso de sus padres.

Los miembros de la plataforma Educamos Contigo subrayan que la infraestructura metodológica necesaria para llevar a cabo las modalidades de educación a distancia y en línea se basa en diferentes aspectos que no siempre se tienen en cuenta, como el hecho de que alumnos y docentes dispongan de la tecnología suficiente para interconectarse, como mínimo un ordenador personal con software actualizado y conexión a Internet.

Además, debe haber un trabajo para que todos los materiales y recursos que se utilicen estén enfocados al  entorno digital. En ocasiones, los planes de estudios están cerrados, es decir, al iniciar la formación los estudiantes tienen acotado el alcance de los trabajos que tendrán que realizar, los materiales de los que disponen, plazos de entrega, y el calendario de seguimiento de los docentes, por lo que hay poco espacio para la improvisación, el cambio y la creatividad.

Los psicólogos también recuerdan que el equipo docente tiene que tener bien definidas sus competencias: el tutor, el profesor o el coordinador del curso, para hacer un seguimiento de cada estudiante debidamente regulado por cada uno de los agentes que intervienen en el proceso de enseñanza y aprendizaje.

Para finalizar, los expertos de Educamos Contigo afirman que ante la posibilidad de que en el futuro haya que implementar de forma más regular este tipo de educación, es importante que desde la comunidad educativa en su conjunto se tomen medidas al respecto.