Ahora que los estudios sobre el microbioma intestinal y su influencia en la salud están tan de actualidad, alimentos como el kéfir y el yogur, productos de fermentación, han despertado la atención por las bacterias que contienen. Pero... ¿cuál de los dos ofrece más beneficios a las personas que lo consumen?

Pues en primer lugar hay que tener en cuenta las diferencias que existen entre ellos. El kéfir es un producto lácteo que se puede hacer a partir de leche de vaca, cabra y oveja fermentada mediante un conjunto de hongos y bacterias que se agregan a la leche.

Del mismo modo, el yogur tradicional es también un producto lácteo fermentado hecho por medio de bacterias de los géneros Lactobacillus y Streptococcus. Ambos, forman parte de la dieta desde hace siglos y contienen bacterias que ayudan a poblar el intestino y mejorar el microbioma. Pero lo cierto es que el kéfir contiene una variedad más amplia de bacterias, así como levaduras (hongos) que también tienen propiedades beneficiosas.

Los estudios han demostrado que el kéfir tiene propiedades antimicrobianas y antifúngicas, mejora el sistema inmunitario, ayuda a tolerar mejor la lactosa, a prevenir el estreñimiento, las infecciones, la colitis ulcerosa y la diarrea tras la toma de antibióticos. El yogur comparte alguno de estos beneficios, pero en menor medida.

El problema con este último es que a veces, en los comercios, se colocan junto a ellos otro tipo de postres lácteos que no tienen presencia de microorganismos vivos y que el consumidor a veces confunde con yogures. A esto se une que los que son yogures propiamente dichos según la legislación tienen un contenido muy alto en azúcares, lo que puede perjudicar la salud, por lo que no son tan recomendables.

En los últimos años, los productos elaborados con kéfir se han multiplicado, por lo que comienza a producirse el mismo problema. De hecho, una investigación reciente que evaluó los productos lácteos encontró que el 71% de los productos excedía el contenido de azúcar permitido establecido por la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Por eso, es mejor optar por las variedades naturales. En estos casos, y comparando ambos, el yogur tiene 63 calorías frente a las 43 del kéfir por cada cien gramos; 5,25 gramos de proteína del primero, frente a los 3,79 del segundo y 7 gramos de azúcar frente a 4,61.

También es interesante probar la opción de hacerlos en casa. El kéfir se elabora mediante los llamados granos de kéfir que se han de conseguir previamente e introducir junto con la leche en un recipiente cerrado en una proporción de tres cucharadas de granos por cada litro de leche. Se puede dejar entre 12 y 36 horas fermentando y ya está listo para el consumo.

Para hacer yogur, basta con calentar la leche a una temperatura de alrededor de 50º y añadir una cucharada de yogur natural. Después se deja aproximadamente cuatro o cinco horas hasta que la leche fermente. A continuación, se introduce en la nevera para que esté allí alrededor de 12 horas y poder consumirlo a partir de ese momento.