Siempre se ha dicho que hay muchos tipos de inteligencia. A la lógico-matemática, la musical o la espacial se añade la inteligencia emocional, entre muchos otros tipos. En este caso, hablamos de la que determina nuestras habilidades sociales y actitud del día a día. Se trata, básicamente, de aquella inteligencia que nos permite comprender, gestionar y actuar a partir de la información que recibimos de las emociones.
Cuando interactuamos con nuestro entorno experimentamos todo tipo de emociones y pensamientos. Al hablar de las personas inteligentes emocionalmente nos referimos a aquellas que son más sensibles a estos sentimientos y emociones, y que desarrollan un nivel mayor de sensibilidad y de empatía a la hora de tratar a los demás.
Saber gestionar las emociones
Lo cierto es que somos más felices y en paz cuando somos capaces de gestionar nuestras emociones en vez de sentirnos desbordados por estas. Un claro ejemplo se da cuando nos enfadamos y actuamos por impulso, diciendo cosas de las que después nos arrepentimos. En cambio, cuando somos capaces de actuar con serenidad en los momentos de tensión y situaciones difíciles estamos demostrando tener un alto nivel de esta inteligencia.
Nos convertimos en personas que sabemos vivir la vida no solo desde la perspectiva de aquello que pasa cada instante, sino también entendiendo que los hechos y las acciones tienen consecuencias.
Nos ayuda a resolver conflictos
De la misma manera, esta inteligencia toma especial importancia cuando nos encontramos dentro de un conflicto. Un claro ejemplo se da en las relaciones de pareja: la inteligencia emocional en este caso gira en torno a la capacidad de dar importancia al punto de vista propio, pero también en saber escuchar lo que piensa la pareja mediante un diálogo sano que no solo recae en el lenguaje verbal, sino también en el tono de las palabras y la expresión corporal.
A veces, las emociones pueden ser muy intensas en momentos determinados. En estos momentos, esta inteligencia nos hace ser conscientes de que el instante es pasajero, cosa que nos facilita vivir la realidad desde el realismo y a través del autocontrol para no dejarnos llevar solo por los sentimientos.
¿Sabemos que es importante, pero cómo podemos mejorar la inteligencia emocional? Según los psicólogos de la plataforma Therapychat, este es el camino.
Tenemos que tener claro que somos la única persona que está con nosotros todo el tiempo. De la misma manera que cuidamos a los demás, tenemos que intentar ser una compañía agradable para nosotros mismos. Eso implica ser amables y cuidar a nuestra persona. Y es que trabajar la autoimagen es fundamental para alcanzar el bienestar.
Cuando pensamos una cosa, pero hacemos a la contraria, a menudo nos encontramos inmersos en una lucha interior. Se trata de analizar por qué el pensamiento y la acción no van de la mano, y de introducir pequeños cambios con el fin de evitar que eso pase.
Es importante agradecer los pequeños detalles del día a día. Una idea, por ejemplo, es acabar cada día escribiendo en una libreta cinco razones por las cuales la jornada ha sido positiva: algo que hayamos aprendido, buenas experiencias que hayamos vivido...
Da igual el momento de la vida en el que nos encontremos, siempre estamos a tiempo de evolucionar y cambiar hacia mejor. El problema es que algunas personas se resignan al pensar que es demasiado tarde para modificar su manera de ser. La verdad, sin embargo, es que nadie consigue cambiar si no decide hacerlo por iniciativa propia. Por lo tanto, la decisión es siempre nuestra.
Leer las grandes historias de la literatura universal también nos permite obtener información emocional. Las tramas de los personajes protagonistas, aunque en un contexto de ficción, son un espejo de las situaciones que vivimos día a día y de las cuales podemos aprender desde la empatía del lector.
Nuestro entorno es fundamental a nuestra vida y, por lo tanto, es importante que no nos encerremos en nosotros mismos. Es fundamental recordar que la alegría crece desde la amistad, y la tristeza es más leve gracias al apoyo emocional de nuestros seres amados.
Cuando nos encontramos en busca de la felicidad no tenemos que posicionarnos en un rol de pasividad, sino que tenemos que ser capaces de salir de la zona de confort. Hace falta que pongamos en práctica la creatividad de vivir escuchando nuestras emociones, pero también buscando el equilibrio de esta parte con la de la razón.
La palabra es el mejor vínculo de comprensión. Las palabras son excelentes para expresar el perdón, dar las gracias, demostrar el afecto, negociar, llegar a acuerdos y alcanzar cualquier propósito.
En definitiva, la inteligencia que nace de las emociones puede transformar nuestra vida para siempre. Desde este instante, puedes empezar a crecer internamente, evolucionando como persona y llegando a un estado de paz y bienestar contigo mismo y con los demás.