Según se ha ido filtrando en las últimas semanas, todo apunta a que en poco tiempo, salir a la calle con mascarillas va a ser un gesto esencial en la lucha contra el coronavirus. Aunque la Organización Mundial de la Salud en un principio desaconsejó su uso, la experiencia en otros países parecer advertir que es mucho más importante de lo que parecía en un principio y que se va a convertir en un aspecto esencial en nuestras vidas durante algunos meses. Así, por lo menos se extrae de la experiencia de otros países, que han demostrado que su uso conlleva beneficios para frenar la expansión del coronavirus.

Fundamentalmente, en el mercado encontramos dos tipos de mascarillas. Las primeras y más sencillas son las mascarillas quirúrgicas, que se utilizan principalmente por los profesionales en los quirófanos. Son útiles porque filtran el aire que expulsamos, con lo que previene la las demás personas de que las contagiemos. Pero no impide que la propia persona pueda aspirar el virus.

La segunda de las opciones es la de las mascarillas de protección respiratoria, las famosas FPPR. Estas también filtran deteniendo bacterias o virus que se pueden transmitir a través de la respiración hacia otras personas cercanas a nosotros y evitan en gran medida la contaminación cuando el aire se inhala.

Estas mascarillas están homologadas para distintas capacidades de filtrado y se dividen a su vez en otras tres clases:

FPP1. Presentan un 78% de eficacia de filtración mínima y un 22% de fuga hacia el exterior.

FFP2. Filtran los virus, bacterias y patógenos y solo tienen un 8% de fuga hacia el exterior. Impiden que se inhalen polvo, aerosoles y humos.

FFP3. Son las más solicitadas por el personal sanitario, puesto que ofrecen un 98% de eficacia de filtración mínima hacia el interior y un 2% de fuga hacia el exterior. Actúan contra distintos tipos venenosos y tóxicos de polvo, humo y aerosoles.

Estas dos últimas pueden contener o no válvula de exhalación.

Por lo general, se recomienda el uso de las FFP2 en las actividades con bajo o moderado riesgo, mientras que las FFP3 se destinan a las que el riesgo es alto. Solo se pueden volver a utilizar llevando a cabo una desinfección completa. Para ello, se pueden poner encima de agua hirviendo para que les llegue bien el vapor y esperar después unos minutos.

Además, la OMS recomienda lavarse las manos con un desinfectante a base de alcohol o con agua y jabón y cubrirse la boca y la nariz, asegurando que no haya espacios entre la cara y la máscara. También hay que evitar tocar la mascarilla mientras se usa y si sucede, hay que lavarse las manos con un desinfectante a base de alcohol o con agua y jabón.