Las violencias machistas se referencian en plural, porque estas se expresan de muchas formas. Desde las más violentas y letales, hasta las más silenciosas y normalizadas. Incluso los momentos más delicados de la vida se ven impregnados a menudo de prácticas machistas que tienen graves consecuencias. Por ejemplo, en el proceso del embarazo y el parto, es lo que se conoce como violencia obstétrica. ¿Sin embargo, que es exactamente? La Organización Mundial de la Salud (OMS) hace referencia al trato irrespetuoso y ofensivo durante el embarazo, el parto y el postparto. El trato negligente, ignorar los deseos de la embarazada o la imposición de técnicas cuestionadas por la comunidad sanitaria internacional, como la maniobra Kristeller (hacer presión del fondo uterino en el periodo expulsivo). Todo eso y más se incluye en el paraguas de la violencia obstétrica.
Expertas, políticas y activistas, trabajan para ampliar la definición de la violencia obstétrica más allá del embarazo y el parto. Serena Brigidi, doctora en antropología de la medicina y profesora de la Universitat Rovira i Virgili, apunta que hace falta ampliar la definición e incluir "desde la menstruación a las primeras visitas al ginecólogo. Todo lo que nos acompaña a nuestra vida sobre la salud obstétrica". En esta línea se recoge la amplia definición que hace la ley catalana, 17/2020: "impedir o dificultar el acceso a una información veraz, necesaria para la toma de decisiones autónomas e informadas". Por encima de todo, Brigidi remarca que hay que tener presente que "la violencia obstétrica es, fundamentalmente una violencia de género".
No es de extrañar que la ley catalana vaya un paso más allá en la definición de la violencia obstétrica, ya que como apunta Lucia Alcaraz, comadrona y coordinadora de la Casa Laietània- Centre de Nacimientos de Germans Trias: "Catalunya es una punta de lanza en la prevención de la violencia obstétrica". Desgraciadamente, eso no implica que este tipo de violencia esté erradicado en Catalunya, por lo cual hay que saber más allá de la definición, que es la violencia obstétrica en la práctica.
¿Qué prácticas son violencia obstétrica?
La violencia obstétrica es un término relativamente nuevo, que no todo el mundo conoce y menos identifica, ya sea con sus definiciones más amplías o en aquellas que se centran en el proceso del embarazo. Alcaraz apunta que muchas mujeres desconocen que es y cuáles prácticas engloba la violencia obstétrica una vez han dado a luz por primera vez. Para evitar aprender de una mala experiencia, repasamos algunas de las prácticas consideradas violencia obstétrica.
Por una parte, ya hemos mencionado una de las más identificables: la maniobra Kristeller, la cual está prohibida en varios países europeos. Hay otras prácticas que últimamente se han identificado más con este tipo de violencia, por ejemplo: el uso excesivo de la episiotomía, según expone Alcaraz.
Entre las prácticas menos conocidas encontramos cosas como la falta de consentimiento verbal. "El hecho de que entre un profesional y no se presente y además te haga un examen vaginal sin ni pedirte permiso o explicarte la finalidad es violencia obstétrica", explica Alcaraz y añade otros ejemplos: "que te obliguen a dar a luz jefe por arriba, que no te dejen comida, beber, caminar o moverte libremente, que no te dejen estar con tu acompañante con excusas rocambolescas o que te separen de tu bebé sin una razón superpoderosa".
Otra práctica recurrente en este tipo de violencias es no respetar la voluntad de quien da a luz. Marta Busquets, abogada especialista en violencia obstétrica y presidenta de la asociación Mujer Luz, señala que muchas mujeres se encuentran a menudo obligadas justificar sus decisiones sobre su propio parto. "Una mujer no tiene que estar justificando constantemente sus decisiones", remarca y cuestiona: "¿Cuántas veces se hacen cesarías que van en contra de la evidencia científica? Solo se miran mal las decisiones que van en contra de la medicalización".
Las consecuencias de la violencia obstétrica
Estas prácticas tienen consecuencias físicas y mentales muy graves. Miedo a un segundo embarazo, rabia o tristeza, son algunas de las primeras consecuencias que apunta Alcaraz. "He acompañado a mujeres que habían parido hacía relativamente poco y venían con los bebés roturas físicamente y emocionalmente", recuerda la comadrona quién explica que a menudo las mujeres se culpabilizan a ellas mismas. ¡"Acaban oyéndose culpables y eso es muy grave! Que te hayan hecho daño y encima tú te oigas culpables porque crees que lo tendrías que haber hecho mejor", lamenta. No es de extrañar teniendo en cuenta las altas expectativas que la sociedad deposita sobre la maternidad.
"Hay consecuencias extremas que te llevan al insomnio, el estrés posttraumático, la dificultad con los vínculos con los hijos que han nacido en esta experiencia, dificultad con la pareja. Si además hay secuelas físicas ni te imaginas", explica Alcaraz. La comadrona ejemplariza cómo se pueden complicar las secuelas físicas con una episiotomía que acaba repercutiendo en el malestar físico, sexual y emocional. "Cada vez lo veo menos, afortunadamente", afirma.
¿Quién es más vulnerable?
"Cuando una mujer caucásica autóctona que parece en un hospital público y que además es médico, hace una carta de tres hojas con una queja, eso es la punta del iceberg", ejemplariza Alcaraz. A menudo son las mujeres en situaciones más vulnerables las que tienen más riesgo de sufrir este tipo de violencias. ¿Por qué? Para entenderlo hay que concebir este tipo de violencia como algo estructural, que va más allá del paritori.
"El sistema biomédico tiene una visión individualista e ideológica de la salud, donde hay una falta constante de perspectiva de género. Durante años las mujeres no han sido estudiadas. Ahora se empiezan a incluir en los ensayos, pero a menudo no se hace bien", explica Brigidi, a quien asegura que se trabaja con conceptos universalistas que no piensas en las mujeres y mucho menos das de varias etnias o edades.
Qué hacer si se ha sufrido violencia obstétrica
Saber identificar las prácticas que constituyen la violencia obstétrica puede servir para tratar de evitarlas, pero, desgraciadamente, se puede dar la situación en que se acaben experimentando. ¿Ante esta situación que hay que hacer? Busquets anima a presentar una queja en el centro y recuerda que desde la asociación que preside se ofrece acompañamiento estos casos. La abogada apunta que aunque raramente se pueden judicializar estas quejas, su existencia muestra la magnitud del problema.
La pandemia y la violencia obstétrica
"No olvidéis nunca que será suficiente con una crisis política, económica o religiosa para que los derechos de las mujeres se cuestionen. Estos derechos nunca se dan por adquiridos", esta cita, atribuida a Simone de Beauvoir, está en la que se refiere Alcaraz al recordar cómo se retrocedió en el avance para la prevención de la violencia obstétrica durante la pandemia de la covid. "La crisis de la covid fue un horror y vivimos muchos retrocesos", corrobora Busquets. "Me lo tomé como un toque de atención" asegura Alcaraz, quien celebra que las voces de las mujeres y las asociaciones paró los pies el retroceso que supusieron los primeros meses de la pandemia en este ámbito.
Reticencias de la comunidad sanitaria
El concepto de violencia obstétrica ha generado mucho rechazo a la comunidad sanitaria de todo el mundo, con algunas excepciones, Catalunya entre ellas. Pero antes de desentrañar las singularidades de nuestro país, es posible preguntarse, de dónde vienen estas reticencias? "Cuando se habla de violencia, detrás de siempre se piensa que hay una intencionalidad. Entonces los profesionales dicen: 'nosotros no tenemos intención de aplicar violencia contra las mujeres lo que hacemos lo hacemos a fe de bien'", describe a la comadrona y añade: "No entienden al profundizar en todo lo que significa todo eso, porque en realidad negar a violencia obstétrica también es violencia".
Alcaraz expone que para muchos profesionales es difícil revisarse a uno mismo, las prácticas que ha ejercido y todo aquello que ha aprendido: "Es una reflexión que puede ser muy dolorosa. Es mucho más fácil negarlo y punto". Se trata de una reflexión que ella misma ha hecho y reconoce, que aprendió a ejercer la violencia obstétrica desde su formación. Desde la misma experiencia observación: "Desde momento que tú normalizas una práctica, ya no la consideras que es violencia"
Catalunya, pionera en la prevención de la violencia obstétrica
En el caso catalán, la comunidad sanitaria se muestra muy concienciada y dispuesta a trabajar para prevenir este tipo de violencias. Las expertas consultadas destacan la tarea de entidades catalanas como el Colegio de Médicos de Catalunya o la Sociedad Catalana de Obstetricia y Ginecología. "Eso dice mucho", destaca Alcaraz, quien remarca el trabajo que se hace desde Hospitales como Germans Trias, donde trabaja. "Aquí vivimos en un paraíso. Hemos trabajado bien, hemos luchado muchos años y hemos podido establecer un buen diálogo con todos los profesionales de la salud", destaca Brigidi.
Además, desde la Generalitat se ha creado el Grupo de Trabajo por el abordaje de la violencia obstétrica y la vulneración de derechos sexuales y reproductivos, iniciativa impulsado desde el departamento de Salut e Igualtat i Feminismes. Se trata de un grupo transversal que se crea con el objetivo de elaborar un Plan de acción donde se especifiquen estrategias y propuestas concretas. En este participan las expertas consultadas en este artículo, así como otros profesionales. Montserrat Pineda, secretaria de Feminisme, subraya la gran diversidad del Grupo de Trabajo: "Era fundamental que el grupo cuentas con la experiencia, de trayectorias". Pineda también remarca que iniciativas como estas "ejemplarizan voluntad de Catalunya de ser pioneros".
Los avances en la prevención de estas violencias en Catalunya han sesteado tanto que se han convertido incluso en un destino para dar a luz de forma segura. "En Catalunya han venido mujeres huyendo de sus comunidades autónomas por como se atendían los partos", explica Alcaraz. La comadrona relata que muchas mujeres tienen una primera experiencia dando a luz, que después identifican como violencia obstétrica y cuando llega el momento de volver a dar luz "no quieren volver a passar por lo mismo y muchas vienen en hospitales catalanes".
A pesar de la buena situación en el contexto catalán, hay que recordar que estas prácticas se siguen dando y todavía hay camino para erradicarlas. Busquets recomienda recordar: "Que una mujer dé a luz no implica que la persona adulta que está pariendo sea solo un fin, lo tenemos que cuidar y respetar".