Habitualmente, los titulares se los lleva la enfermedad de Alzheimer, pero la degeneración lobular frontotemporal (DLFT) causa demencia y ataca en la plenitud de la vida de las personas; habitualmente a aquellos que cuentan entre los 45 y los 65 años. A la DLFT también se le conoce como demencia frontotemporal (DFT) y se trata de una condición neurodegenerativa que afecta a varios aspectos importantes en los seres humanos. Así, se pueden ver alterados el lenguaje, la capacidad de tomar decisiones, la personalidad y el movimiento, sobre todo.
Pero ahí no acaba el drama de la DFT, sino que una vez se presenta, puede acabar en la muerte del enfermo en menos de diez años mientras por el camino se produce un veloz deterioro físico y cognitivo.
Pero, una vez más, la ciencia vuelve a aportar esperanza. Y en este caso, a quienes sufren la mutación genética que desemboca en la demencia frontotemporal. Así ha quedado reflejado en una nueva investigación que ha sido publicada en la revista Alzheimer's and Dementia.
El estudio
Los científicos reunieron a 105 personas voluntarias portadoras de la mutación genética que provoca la DFT. Todos ellos eran asintomáticos o tenían síntomas leves en la etapa inicial. Pero además, tomaron parte del estudio 69 personas más que no portaban la mutación genética.
Se les realizó una serie de pruebas cognitivas y de memoria. Se les preguntó sobre los niveles actuales de actividad mental y física. Eso incluía cosas como socializar, leer y caminar. También les hicieron resonancias magnéticas del cerebro que se utilizaron para evaluar el grado de degeneración cerebral.
Un año después del comienzo de la investigación, unas nuevas exploraciones de resonancia magnética de seguimiento mostraron que el estilo de vida que llevaron no tenía un impacto significativo en la degeneración cerebral debido a la DFT. Sin embargo, aquellos que eran más activos mental y físicamente tuvieron el doble de resultados en las pruebas cognitivas que los que se mostraron menos activos.
Se descubrió que los portadores de mutaciones genéticas que tenían estilos de vida más activos tenían un empeoramiento de un 55 por ciento menos que los demás. Un resultado muy importante y significativo porque las posibilidades de tratamiento en la DFTson limitadas.
Según los autores, el papel de la actividad física en el mantenimiento de la salud del cerebro es muy importante en un análisis tan meticuloso como el que realizaron con la DFT, en el que se tuvieron en cuenta aspectos como la salud física, el mindfulness y el ejercicio mental.
Por eso, relatan los investigadores, nunca es demasiado tarde para hacer cambios en el estilo de vida, que se ha demostrado en este tipo de demencia temprana que es más poderoso que los fármacos o los tratamientos médicos. Así, recomiendan aprender idiomas o un instrumento musical, mantener conversaciones con otras personas regularmente o hacer puzles, entre otras gimnasias mentales.
En lo referente a lo físico, aconsejan no menos de 150 minutos semanales de actividad aeróbica moderada y un entrenamiento ligero con pesas 2 días a la semana. Por último, señalan la importancia de dormir las horas necesarias y que estas horas de sueño sean de calidad.