Estamos a punto de asistir a un cambio muy profundo en el ámbito de la medicina, probablemente de los mayores en su historia. La Inteligencia Artificial que se está aplicando y que ha llegado para quedarse va a revolucionar profundamente la medicina y la asistencia sanitaria y en todos los ámbitos, por ejemplo, en el diagnóstico de los pacientes. A partir de imágenes de electrocardiogramas, electroencefalogramas o los rayos X y mediante el aprendizaje automático de las máquinas, se va a poder detectar con muchísima más antelación que ahora cualquier tipo de alteración que prediga la aparición de una enfermedad.
El gran desafío, además de por su complejidad por la controversia que entraña, es implantar la Inteligencia Artificial dentro del cuerpo humano. En primer lugar, porque es un desafío técnico y, en segundo, por cuestiones éticas que conlleva esta decisión y que deben solventarse.
En lo que se refiere a la primera cuestión, un equipo de científicos de Universidad Tecnológica de Dresde, de la Cátedra de Optoelectrónica, ha logrado por primera vez desarrollar una plataforma de Inteligencia Artifical implantable y compatible que clasifica en tiempo real patrones patológicos y saludables en señales biológicas como los latidos del corazón. Detecta cambios patológicos incluso sin supervisión médica. Los resultados de la investigación se han publicado en la revista Science Advances.
El trabajo ha sido liderado por Matteo Cucchi. Junto con un equipo de científicos, ha logrado desarrollar este enfoque para la clasificación en tiempo real de señales biológicas sanas y enfermas basado en un chip de Inteligencia Artificial biocompatible. Utilizaron redes de fibra a base de polímeros que estructuralmente se asemejan al cerebro humano y permiten el principio de Inteligencia Artificial neuromórfica de la computación de reservorios. La disposición aleatoria de las fibras de polímero forma una llamada red recurrente, que le permite procesar datos de forma análoga al cerebro humano. La no linealidad de estas redes permite amplificar incluso los cambios de señal más pequeños, que, en el caso de los latidos del corazón, por ejemplo, a menudo son difíciles de evaluar para los médicos. Sin embargo, la transformación no lineal utilizando la red polimérica lo hace posible sin ningún problema.
“La visión de combinar la electrónica moderna con la biología ha avanzado mucho en los últimos años con el desarrollo de los denominados conductores orgánicos mixtos”, explica Matteo Cucchi. “Hasta ahora, sin embargo, los éxitos se han limitado a componentes electrónicos simples como sinapsis o sensores individuales. Hasta la fecha no ha sido posible resolver tareas complejas. En nuestra investigación, hemos dado un paso crucial hacia la realización de esta visión. El poder de la tecnología neuromórfica ha permitido resolver tareas de clasificación complejas en tiempo real. Y no sólo eso, sino que en un futuro también seremos capaces de hacerlo dentro del cuerpo humano. Este enfoque permitirá desarrollar más sistemas de Inteligencia Artificial en el futuro que puedan ayudar a salvar vidas humanas”.