Si echas un vistazo a algunos de los alimentos que tienes en casa, posiblemente encuentres este aditivo: E282. Corresponde al propionato de calcio, un conservante que se emplea principalmente en productos de panadería y bollería, así como en la carne procesada, el suero de leche y otros lácteos como inhibidor de moho.
Está considerado como un aditivo sin efectos secundarios, pero según un estudio que acaba de publicar la revista Science Translational Medicine, recogiendo una investigación de Harvard y del Sheba Medical Center de Israel, parece desempeñar un papel importante en el metabolismo de las grasas. Esta investigación se enmarca dentro de un proyecto más global que analiza cómo los conservantes, los edulcorantes artificiales y otros ingredientes podrían afectar a nuestro metabolismo.
Por casualidad
Según explican los científicos, encontraron de forma accidental un documento científico de 1912 que demostraba que la administración de propionato a perros les producía un aumento de la producción de glucosa. Decidieron proseguir con la investigación sobre este aditivo y para ello administraron una dosis del mismo a ratones sanos y no obesos. Al igual que en los perros, los niveles de azúcar en la sangre aumentaron.
Los investigadores descubrieron que el propionato activaba el sistema nervioso simpático y aumentaba los niveles de las hormonas glucagón y FABP4, unas proteínas implicadas en la regulación del metabolismo humano. Esto, a su vez, provocó que subiera la glucosa y que aumentaran los niveles altos de insulina en la sangre.
Los expertos alimentaron a los ratones con una dosis baja de este aditivo en su dieta, con el objetivo de lograr el equivalente a lo que consume una persona en el mundo occidental. Además del incremento de los niveles de glucosa e insulina, los ratones aumentaron su peso y su masa grasa. A continuación, realizaron el estudio en personas y, al igual que con los ratones, los participantes sufrieron las mismas consecuencias.
En los seres humanos
El doctor Amir Tirosh, director del Instituto de Endocrinología del Sheba Medical Center, subraya que lo que más sorprendió a los científicos implicados en la investigación es que “incluso cuando se administraba una pequeña cantidad de propionato de calcio a los humanos, se producían efectos muy significativos en indicadores clave, como en el caso de las proteínas FABP4”.
Se llegaron a reclutar hasta 160 participantes en el ensayo, con el objetivo de comprobar si los niveles de propionato y el aumento de peso estaban relacionados. Al inicio del estudio, el equipo encontró un vínculo entre los niveles de propionato y la resistencia a la insulina. Después de 6 meses, se comprobó que cuanto más bajo era el nivel de propionato, mejoraba la sensibilidad a la insulina.
Las investigaciones sobre este aditivo tienen que continuar porque se desconocen todavía muchos aspectos de la relación entre el E282 y la obesidad y diabetes tipo 2. Tampoco se han analizado los efectos a largo plazo de su consumo, pero los expertos que han participado en el estudio se atreven a recomendar que las personas eviten el propionato en su dieta.