La Organización Mundial de la Salud predice que para 2020 más de 579 millones de personas en el mundo padecerán artrosis, una enfermedad degenerativa que consiste en un desgaste del cartílago articular. Dentro de los diferentes tipos que se pueden sufrir, se encuentra el de rodilla, que es bastante común.
El dolor de artrosis puede comenzar de forma repentina, pero luego se suele desarrollar lentamente. Al principio, se puede notar dolor por la mañana o después de haber estado inactivo por un tiempo. Pueden doler las rodillas al subir las escaleras, al ponerse de pie desde una posición sentada o al arrodillarse e incluso al dar un paseo largo. Algunos pueden sentirlo cuando cambia el tiempo y se vuelve más húmedo. El caso es que el dolor de rodilla es uno de los primeros síntomas de la artrosis.
El segundo más común es la aparición de hinchazón o hipersensibilidad en la zona. Puede deberse a la formación de espolones óseos (osteofitos) o fluidos adicionales y, generalmente, suele ser más pronunciada después de un largo período de inactividad, como al despertarse por la mañana. La piel de la rodilla se vuelve roja y se siente caliente al tacto. Con el tiempo, se puede experimentar inflamación crónica de la rodilla que no mejora con medicamentos antiinflamatorios.
Otro síntoma es el bloqueo. Con el paso del tiempo, los músculos de la rodilla pueden debilitarse y toda la estructura articular puede volverse inestable. La debilidad general de la rodilla puede hacer que esta ceda o se doble. La unión también puede pegarse o bloquearse y no se puede doblar o enderezar bien. También es típico sentir sonidos de crujidos o estallidos, o un rechinar en las rodillas al moverse. Estos síntomas suelen ocurrir cuando se ha perdido parte del cartílago liso que permite el rango del movimiento suave. La artrosis vuelve las superficies rugosas y las espuelas óseas se frotan entre sí mientras se mueven las articulaciones.
Todos estos síntomas provocan que las articulaciones de la rodilla no se deslicen como deberían, lo que dificulta o imposibilita los movimientos simples. Por eso es común que no se pueda hacer todo el rango de movimiento al subir escaleras o hacer cualquier tipo de ejercicio físico.
A medida que la artrosis empeora, se hace más difícil que las articulaciones funcionen normalmente. Esto provoca que cada vez sea más difícil realizar las tareas cotidianas y si no se trata adecuadamente, puede impedir seriamente caminar. Por este motivo, lo más aconsejable es acudir al especialista cuando se produzcan todos estos síntomas para evitar un deterioro demasiado rápido de esta zona del cuerpo.