La fibrilación auricular es el tipo más común de arritmia cardíaca que puede interrumpir el flujo normal de la sangre hacia el corazón. Esta interrupción provoca un mayor riesgo de sufrir coágulos y derrames cerebrales y, si no se trata, puede ser mortal. Generalmente se produce en personas mayores de 65 años y puede ser temporal o permanente. Con una atención médica adecuada, se puede llevar una vida activa y normal.
El corazón está formado por dos aurículas y dos ventrículos. La fibrilación auricular se produce cuando estas cámaras no funcionan juntas como deberían debido a una señal eléctrica defectuosa. Normalmente, las aurículas y los ventrículos se contraen a la misma velocidad. Cuando se produce la fibrilación auricular, las aurículas y los ventrículos dejan de estar sincronizados porque las aurículas se contraen de forma muy rápida e irregular.
Las causas exactas no se conocen, aunque sí los factores de riesgo: hipertensión, insuficiencia cardíaca congestiva artropatía coronaria, enfermedad de las válvulas cardíacas, miocardiopatía hipertrófica (cuando el músculo cardíaco es demasiado grueso), defectos cardíacos congénitos o pericarditis, que es una inflamación de la membrana que recubre el corazón.
Cualquier persona que la padezca, puede no experimentar ningún síntoma. Aunque si se sufren síntomas, generalmente se presentan palpitaciones del corazón, dolor en el pecho, fatiga, dificultad para respirar, debilidad, aturdimiento, mareo, desmayo y confusión y pueden producirse durante varios minutos o incluso horas. En el caso de que permanezcan varios días se considera una fibrilación auricular crónica. Cuando se producen estos síntomas, se debe acudir a un especialista.
Si no se producen síntomas, si no tiene otros problemas cardíacos o si la fibrilación auricular se detiene por sí sola puede ser que no sea necesario un tratamiento, solamente un seguimiento médico y adoptar una serie de pautas.
Cuando es necesaria la medicación, generalmente se suelen prescribir betabloqueantes para disminuir la frecuencia cardíaca, bloqueadores de los canales de calcio para relajar los músculos arteriales y disminuir la frecuencia cardíaca general, bloqueadores de los canales de sodio o potasio para controlar el ritmo cardíaco, glucósidos digitálicos para fortalecer las contracciones del corazón y anticoagulantes para evitar la formación de coágulos de sangre. Generalmente, la función de estos fármacos es normalizar la frecuencia cardíaca, aunque también pueden prevenir complicaciones relacionadas, como los ataques al corazón y los accidentes cerebrovasculares.
Para diagnosticar esta patología, se suele realizar un examen físico para controlar el pulso, la presión arterial el funcionamiento de los pulmones y un electrocardiograma, prueba que registra los impulsos eléctricos del corazón durante unos segundos.
En cuanto a la prevención, una combinación de hábitos de vida saludables y seguimiento médico con o sin medicación puede ayudar a llevar una vida completamente normal. En algunos casos, cuando es grave y crónica, se puede requerir cirugía.