Esta semana las redes sociales han estado de lo más agitadas tras el primer episodio del reality televisivo de las hermanas Kardashian, Keeping Up with the Kardashian, en Estados Unidos. La más famosa de la saga, Kim Kardashian, dio a conocer durante el programa que tras hacerse unos tests, había dado positivo por lupus, una enfermedad autoinmune por la que el sistema inmunológico de una persona ataca sus propios tejidos y células sanas por error. Aunque podría tratarse de un falso positivo, el anuncio ya provocó que los medios de comunicación se hicieran eco de la noticia.

Lo cierto es que resulta frívolo e inadecuado que una persona revele la posibilidad de padecer una enfermedad grave como esta en un reality show. Pero el hecho de que Kim Kardashian sea una de las mujeres más famosas del planeta, puede servir para recordar la importancia de esta patología, que afecta a millones de personas en todo el mundo y que sigue siendo muy complicada de detectar.

Los síntomas del lupus

Uno de los primeros síntomas asociados al lupus es la llamada erupción malar. Generalmente se produce en la nariz y se extiende hacia las mejillas, como formando una mancha en forma de mariposa. Este, junto con el cansancio extremo que padecen entre el 70 y el 90% de los enfermos, la inflamación de las articulaciones y la fiebre, son los primeros signos que pueden llevarnos a pensar que una persona padece la enfermedad.

También pueden aparecer erupciones escamosas en la cabeza y el cuello, fotosensibilidad, úlceras bucales y pérdida de cabello y fatiga. Con menor frecuencia, hinchazón de la cara, manos o piernas y la presencia de líquido alrededor del corazón o los pulmones, lo que causa problemas respiratorios o dolor en el pecho. Cuando se producen estos síntomas, se puede realizar una prueba de anticuerpos antinucleares (ANA), que si da positivo puede contribuir a la obtención de un diagnóstico correcto. Pero no es específica para esta patología, por lo que puede tratarse de un falso positivo.

El problema principal del lupus es que puede afectar a diferentes órganos del cuerpo y actúa de manera diferente en función de cada persona. Eso y el hecho de ser una enfermedad latente, es decir, que tiene periodos en los que está activa y otros inactiva, hace muy difícil su detección. Puede dañar cualquier órgano o tejido, desde la piel o las articulaciones hasta el corazón o los riñones. De promedio, un paciente tarda alrededor de seis años en ser diagnosticado con lupus desde el momento en que nota sus síntomas por primera vez.

A día de hoy, el lupus no tiene cura y el tratamiento es paliativo, por lo que lo único que se puede hacer es minimizar los síntomas de la enfermedad y evitar el daño crónico que puede producir en los órganos a los que ataca. Generalmente se aplican antiinflamatorios no esteroideos, corticoides, inmunosupresores y tratamientos biológicos, además de la fotoprotección, ya que la exposición a la luz ultravioleta puede provocar brotes de lupus.