El estrés no sólo afecta a nuestra mente, sino que también puede causar otros trastornos físicos en nuestro organismo, incluida la piel, el órgano más grande del cuerpo, cuyos problemas pueden ser un signo del malestar, del estrés o de la ansiedad que sentimos en nuestro interior.
Generalmente, además, cuando la piel manifiesta esta situación, no suelen ser suficientes los cuidados ordinarios, porque responden más bien a desequilibrios hormonales. El aumento de cortisol producido por una mayor ansiedad o estrés puede provocar desde un brote de urticaria hasta la aparición de arrugas. No es algo nuevo, hay investigaciones al respecto, como este estudio llevado a cabo en Estados Unidos.
Estas son cinco formas en las que estrés mental, físico y hormonal cambia la piel.
Estrés solar
Incluso antes de mirar internamente, hay un factor que puede estresar físicamente la piel y debilitar sus defensas: la radiación ultravioleta (UV). Un carcinógeno a través de la exposición al sol, puede tener un efecto negativo en la piel. Ya sea en forma de luz solar natural o de medios más artificiales, como las cabinas de bronceado, la absorción de los rayos ultravioleta puede provocar quemaduras solares, manchas oscuras, lunares e incluso cáncer de piel. La mejor manera de combatir los rayos ultravioleta y el estrés solar es aplicando protector solar todas las mañanas.
Inflamación y piel muy irritada
Urticaria, psoriasis, eccema, dermatitis, rosácea... a menudo son el resultado de la inflamación, pero los estudios también muestran que cuando padecemos mucho estrés y nuestro cerebro está a tope, puede haber consecuencias en las capacidades protectoras de la piel. En otras palabras, el estrés dificulta la regulación y el equilibrio de la piel. La lucha contra la inflamación por estrés comienza con la eliminación de la causa, aunque a veces se requiera la participación de un especialista.
Mayor producción de grasa y acné
El estrés está muy asociado con el acné, especialmente en las mujeres, y puede alterar las señales nerviosas, provocando un desequilibrio hormonal y químico que aumenta la producción de grasa. En estos casos es un buen consejo llevar a cabo técnicas diarias para aliviar el estrés, como el ejercicio o la respiración. En cuanto al acné, los mejores productos son aquellos que contienen ácido salicílico. Este químico soluble en aceite penetra en los poros extremadamente bien para desatascar y limpiar.
Piel más fina y sensible
En casos de niveles de cortisol anormalmente altos, la piel puede adelgazar. El cortisol da como resultado la descomposición de las proteínas dérmicas, lo que puede hacer que la piel parezca realmente fina. Además aumenta la posibilidad de que aparezcan moratones y rasguños. Es importante descartar que no se haya desarrollado el síndrome de Cushing o hipercortisolismo, una enfermedad hormonal que incluye síntomas adicionales como intolerancia a la glucosa, debilidad muscular y un sistema inmunológico debilitado. En estos casos se debe acudir a un especialista. En la mayoría de los casos, se pueden recetar medicamentos para controlar los niveles de cortisol.
Curación retardada de heridas
Ante un estrés severo, la epidermis puede debilitarse rápidamente, aumentando su riesgo de infecciones y patógenos ambientales. Esto también ralentiza la capacidad natural de la piel para curar heridas, cicatrices y acné. Para reparar la barrera cutánea, se pueden utilizar productos con glicerina y ácido hialurónico.