Hasta 40 personas han desarrollado en Andalucía síntomas compatibles con el virus de la fiebre del Nilo Occidental, provocado por la picadura de un mosquito y de la familia de la fiebre amarilla. De ellas, 23 permanecen hospitalizadas –ocho en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI)– y dos han fallecido, una mujer de 85 años que estaba ingresada en el Hospital Universitario Virgen del Rocío y un hombre de 77 años de La Puebla.
Es la primera vez que se detecta un brote tan elevado en España, y los expertos ya han avisado de que se puede extender al resto del Estado, entre otras cosas porque puede pasar desapercibido al ser asintomático en algunos casos y parecerse mucho a un cuadro gripal en otros. De hecho, se calcula que solamente entre el 2% y el 5% de los infectados desarrollan síntomas de la enfermedad.
El virus se identificó por primera vez en 1937 en Uganda y desde entonces se han producido diferentes brotes en muchos países. La diseminación del mismo se produce a través de un mosquito que pica a un ave infectada y después a las personas. Una vez se ha producido la infección se puede desarrollar una enfermedad que llega a ser grave sobre todo en personas mayores de 60 años o con sistemas inmunitarios debilitados. Si se diagnostica y se trata de inmediato, las perspectivas de recuperación son buenas, por eso es importante actuar rápidamente.
Los primeros síntomas pueden variar. Los más comunes –algunos más graves que otros– son fiebre, confusión, convulsiones, debilidad muscular, pérdida de la visión, entumecimiento, parálisis y, en los casos más graves, coma. Pero lo normal es que aquellas personas que desarrollan los síntomas, presenten características similares a una gripe, como fiebre, dolor de cabeza, dolor muscular, náuseas, inflamación de algún nódulo linfático o sarpullidos en el pecho, el estómago o la espalda.
La edad es uno de los factores de riesgo más importantes para desarrollar síntomas graves. Otras condiciones que pueden determinar un peor desarrollo de la enfermedad son las patologías renales, diabetes, hipertensión, cáncer o tener un sistema inmunológico deteriorado.
Normalmente, la presencia del virus se diagnostica con un análisis de sangre. En los casos más graves o cuando existe una afectación cerebral, se puede llevar a cabo una punción lumbar, que consiste en insertar una aguja en la columna para extraer líquido. El virus del Nilo Occidental puede elevar el recuento de glóbulos blancos en el líquido, lo que indica una infección.
Debido a que es una enfermedad viral, el virus del Nilo Occidental no tiene cura. En los casos más leves se suelen recetar fármacos analgésicos para tratar los dolores musculares y de cabeza. Si experimentan síntomas graves, es necesario hospitalizar al paciente y controlar el desarrollo de la enfermedad. La prevención se lleva a cabo evitando la posibilidad de la picadura, por lo que se recomienda el uso de repelentes, así como mantener la piel cubierta.