Durante la adolescencia, los jóvenes tienen que enfrentarse a una serie de desafíos que les ayudan a entrenarse para la vida adulta. Surgen los primeros conflictos más serios, como el rechazo de los compañeros, la intimidación o el estrés en las relaciones con los demás. Pero… ¿qué papel juegan los padres en estas circunstancias? Lo cierto es que este tipo de desafíos afectan de manera importante a la relación de los hijos con sus padres, en cuanto a que la forma en que estos pueden intervenir es importante para cómo los adolescentes afronten la situación.

Los padres en estos casos pueden actuar como coaches, ofreciendo apoyo y asesoramiento a los jóvenes. Fundamentalmente hay dos tipos de actitudes: quienes ofrecen a sus hijos sugerencias específicas para enfrentarse a los problemas directamente o quienes deciden otorgarles autonomía para resolverlos por su cuenta.

Un equipo de investigadores de la Universidad de Illinois ha analizado las consecuencias de ambos tipos de actitudes y cuál es la respuesta de los hijos en ambos casos. Los resultados han aparecido en el Journal of Applied Developmental Psychology, una publicación americana de prestigio en el sector.

El estudio aborda la conexión entre cómo los padres aconsejan a sus hijos para que respondan en escenarios específicos de conflicto entre compañeros y las respuestas de estrés de estos mismos jóvenes cuando tienen que enfrentarse al problema en cuestión. Se ha comprobado que, especialmente, lo que las madres hacen o dicen es particularmente útil para garantizar el bienestar de los adolescentes en estas situaciones.

Durante la investigación, a las madres se les dieron escenarios hipotéticos de conflicto entre compañeros, como la exclusión, la victimización, el acoso, la ansiedad cuando tienen que conocer a nuevos amigos, etcétera. A continuación, se les pidió que informaran sobre qué aconsejarían a sus hijos que respondieran.

Durante las conversaciones, los investigadores midieron el nivel de actividad eléctrica que ocurre en la piel, una forma fisiológica de medir una respuesta de estrés en las manos de los jóvenes. Se pudo comprobar que las sugerencias de afrontamiento activas y comprometidas de las madres frente a los problemas eran más beneficiosas para los jóvenes que presentan una personalidad de baja reactividad. Sin embargo, el mismo enfoque activo y comprometido no resultó beneficioso para aquellos jóvenes que tienen un carácter mucho más exaltado y excitable. En estos casos, dotarles de una mayor autonomía y hacerles ver que deben ser ellos los que afronten la resolución del problema por su cuenta fue mucho más efectivo.

Según los investigadores, estos hallazgos son interesantes porque demuestran que si un joven está ansioso o estresado, si sus padres le dicen que debe enfrentarse de forma directa al problema, en realidad están agravando el conflicto y están creando más ansiedad en el adolescente. En cambio, cuando un padre le da a un joven excitable más autonomía sobre cómo lidiar con un conflicto, es mucho más beneficioso para él.