Fue el 11 de marzo del 2020 cuando la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró la situación de pandemia por la covid-19, dos meses después de que China comunicara oficialmente la existencia de casos de una neumonía de causa desconocida. Al día siguiente de la declaración de la OMS, Catalunya ordenó el cierre perimetral de la Anoia ante el aumento de los contagios de coronavirus. Dos días más tarde, el 14 de marzo —ahora hace cinco años—, fue el Gobierno quien decretó el estado de alarma y se inició el confinamiento total de la población. En adelante (y desde hacía unas semanas, de hecho), la atención primaria y comunitaria fue la punta de lanza de la respuesta sanitaria a la covid, a pesar del contexto "complicado" del que venía. La sensación ahora es que, desde entonces, no ha habido mejoras en el sector. La situación es de SOS a la atención primaria, cinco años después de la pandemia.
"No hemos visto a uno antes y después", lamenta Ester Giménez, presidenta de la Associació d'Infermeria Familiar i Comunitària de Catalunya (AIFiCC) y actual directora del CUAP Gràcia (Barcelona). En conversación con ElNacional.cat, la enfermera explica que el servicio "está igual" que antes de la pandemia: "Hay una alta demanda y no hay recursos". Una afirmación con la cual coincide Jordi Mestres, vocal de la Societat Catalana de Medicina Familiar i Comunitària (CAMFiC) y adjunto a la dirección del CAP Sanllehy (Barcelona), que considera que "siempre faltan personal e infraestructuras".
La pérdida de la longitudinalidad
El médico habla de un "problema crónico" y pone el ejemplo de las epidemias de gripe, cuando la atención primaria se colapsa cada año. "No nos viene de nuevo. La normalidad prepandemia ya era así", añade. Y optimismo no es precisamente la palabra para describir la situación, ya que el actual Govern de la Generalitat no cuenta con nuevos presupuestos: "Sin presupuestos no se puede crecer". Es decir, que parece que "no se contratará a más gente" para paliar la situación. "Necesitamos más médicos y enfermeras", reitera Isabel Buezo, miembro de la junta del Fòrum Català d'Atenció Primària (FoCAP), que también asegura que considera que antes de la pandemia se vendía de un contexto de "infrafinanciación" y que, cinco años después, no se ha reforzado.
No son solo problemas materiales, por decirlo de alguna manera, sino que también afectan a la concepción del mismo servicio. Así lo diagnostica la médico, que señala que durante la pandemia la atención primaria perdió varios atributos clave como la longitudinalidad —la relación continuada a lo largo del tiempo entre médico, enfermera y usuario, así como el vínculo que establecen—. Las consecuencias de esto son pasar de un servicio "personal" a uno "general", una "fragmentación" y una "verticalización" poco deseables.
Olvidar una pandemia sin digerir
En esta línea, Buezo reivindica que la tarea de la atención primaria tendría que ser la "promoción de la salud": "Curar, curamos muy poco. Acompañamos y ponemos en el centro los cuidados". Desgraciadamente, la pandemia de la covid "se enfocó en la parte biomédica", un aspecto que habría venido para quedarse. "Se está invirtiendo demasiado en medicamentos", critica, cuándo se tendría que invertir en esta parte comunitaria. Así, añade: "A escala comunitaria no hubo enfoque".
Ha pasado mucho tiempo desde aquellos días en los que todo y nada cambió. "Hace una eternidad, se ha medio olvidado", comenta Mestres. Este olvido es el que preocupa al sector, con personas como Giménez que expresan que "hubo mucho esfuerzo y no ha dado tiempo a digerir". "Quedó lejos, inconscientemente. El efecto está, pero hay demasiado trabajo para pensar. No se ha hecho el trabajo de digerir", reitera. Al respecto, Buezo añade: "Los profesionales han querido olvidar, pero la herida todavía está".

Crispación en un lado y el otro
Entonces, Mestres trabajaba en el CAP Rambla de Sant Feliu de Llobregat, que fue uno de los centros de referencia porque tenían servicio de radiología. Del inicio del confinamiento, recuerda mirar por la ventana y ver calles vacías, pero llenas de ambulancias que llegaban. "Está pasando alguna cosa muy grande", pensaba. Por su parte, Giménez trabajaba en el Consorci Sanitari de Terrassa haciendo seguimiento de las personas aisladas, llamando a las familias y tomando cada vez más conciencias de la singularidad de las personas que había al otro lado del teléfono. Familias numerosas que no podían respetar el aislamiento, personas mayores que se habían quedado solas, personas que se habían quedado sin ingresos por la pandemia... "Al principio, teníamos mucho miedo", agrega. Y Buezo estuvo de baja por maternidad durante la primera ola, pero se le quedaron grabados en la memoria los ojos cansados de sus compañeros que salían por encima de las mascarillas cuando volvió a su puesto de trabajo. "Hubo una crisis de contacto", manifiesta.
En resumen, la situación ya era complicada antes, se complicó todavía más durante la pandemia y ahora todavía no se ha encontrado solución. "Hay mucha tensión. La gente se plantea dejarlo", dice la enfermera de la AIFiCC, que reconoce que la profesión representa "un peso hacia la población que afecta" y que, por lo tanto, "todo el mundo va agotado". Además, indica que esta crispación no es única de la profesión: "Entre los pacientes hay mucha impaciencia, ya hubo muchas críticas durante la covid. Hay mucha exigencia". Por eso la médico de la FoCAP insiste en la necesidad en ampliar la atención primaria "en los márgenes", en zonas de las áreas metropolitanas donde "está la población más invisible", para acabara con un "agravio comparativo". "Se ha hecho el llamamiento, pero no se contempla", reprocha. Y el médico de la CAMFiC sentencia: "El sistema sabe que visitaremos a todo el mundo, y así lo hacemos". Y así lo intentan hacer, a pesar de todo.
Imagen principal: una sanitaria trabaja con un test covid durante la pandemia, en el CAP Manso de Barcelona / Europa Press