Dos teorías sin confirmar sobre el origen del coronavirus de la covid-19 han sido puestas en solfa por una investigación de The Washington Post. Aunque ninguna cuenta con evidencias sólidas detrás, circulan promovidas por el entorno trumpista para cargar las culpas de la pandemia sobre el Laboratorio Nacional de Bioseguridad y el Instituto de Virología, dos instituciones de investigación situadas en Wuhan, la ciudad china donde se dió el brote cero de la pandemia. El diario explica que no hay evidencia de que el virus se haya fabricado en laboratorio, que sea parte de un programa secreto de guerra biológica, ni que provenga de los mencionados laboratorios.
El Post concluye que "es comprensible que muchos busquen un culpable. Pero es más probable que [el origen de la pandemia] sea una cadena de pequeños errores que una gran conspiración".
La primera teoría, "claramente falsa", dice el diario, explica que el virus es una creación destinada a la guerra biológica. La hizo circular The Washington Times, un diario trumpista que suele promover toda cuanta teoría de la conspiración corre en ese entorno. Se hizo eco de ella el senador republicano Tom Cotton y un antiguo oficial de la inteligencia militar israelí, Dany Shoham, que no quiso hablar con el Post.
"Los expertos que sugieren que el virus era artificial se basan en una mala comprensión de cómo funciona la ciencia", dice el diario. "El genoma y las propiedades del virus no indican de ninguna manera que se trate de un virus artificial", añade Richard Ebright, catedrático de biología de la Universidad Rutgers. Un artículo en Science, publicación de referencia científica, explica que las características del virus de la covid-19 indican que no se trata de un organismo de diseño.
En febrero, esta teoría conspirativa perdió fuerza para dar paso a otra, igualmente improbable: Que un virus natural habría "escapado" accidentalmente de alguno de los laboratorios de Wuhan. Es cierto que el Centro Chino de Control y Prevención de Enfermedades en Wuhan investigaba sobre coronavirus de murciélagos, investigación que algunos científicos juzgaban arriesgada. También se sabe que el Departamento de Estado de los EE.UU. manifestó en dos notas diplomáticas su preocupación por los bajos estándares de seguridad de los laboratorios de Wuhan.
"Todo eso no quiere decir, sin embargo, que el virus [del covid-19] se estudiara en los laboratorios de Wuhan, menos aun que se filtrara accidentalmente", concluye el Post. Muchos científicos dudan de que haya sido así y, hoy por hoy, no hay prueba ni evidencia en ese sentido.
The New York Times se hacía eco esta semana que un investigador del laboratorio infectado accidentalmente había ido a comer en el mercado de animales de Wuhan, donde se sitúa el punto cero de la pandemia, cerca de una estación de tren. El reportaje, sin evidencia, lo daba por hecho, aunque su tema no era ese sino cómo se había extendido la enfermedad por el mundo —aquí sí aporta datos precisos.
The Washington Post sí confirma la falta de transparencia y la ocultación de datos del gobierno chino. Esta circunstancia, y el hecho de que censuraron a los médicos que alertaron de una nueva enfermedad, ha encendido el fuego de las otras teorías conspiratives. También el hecho de que altos funcionarios chinos, como el portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores, Lijian Zhao, han propagado falsas teorías y fake news que el virus se había originado en los Estados Unidos.
De esta ocultación ya habían informado el 1 de febrero. "Pekín tardó en compartir datos con la comunidad internacional, incluidos los expertos de la Organización Mundial de la Salud. La agencia de noticias norteamericana Associated Press, la mayor del mundo, publicó este miércoles que funcionarios chinos retuvieron información durante seis días clave, en el origen de la pandemia, "cosa que permitió que el virus se propagara sin restricciones en un momento crucial", añade el diario.