Alrededor del 10% de la población mundial padece algún trastorno relacionado con la tiroides. Esta glándula, situada a ambos lados de la tráquea, participa en la producción de una serie de hormonas que regulan el metabolismo en nuestro organismo.
Dos de las patologías más frecuentes relacionadas con ella son el hipotiroidismo, que se produce cuando segrega menos hormonas de las necesarias y el hipertiroidismo, que aparece cuando segrega demasiadas. En aquellos casos en los que este último se presenta de forma recurrente, se suele prescribir un tratamiento con yodo radiactivo, que consiste en el empleo de un isótopo de yodo que destruye mediante radiación las células del tiroides que provocan un aumento de la producción hormonal.
Un estudio dirigido por expertos del Instituto Nacional del Cáncer y publicado hace escasos días en Jama Internal Medicina, concluye que existe relación entre este tratamiento y el riesgo a largo plazo de muerte por determinados tipos de cáncer como el de mama o el de ovario.
El estudio
Para llevar a cabo la investigación se siguió la evolución de un grupo de pacientes que siguieron terapia de yodo radiactivo y se demostró que por cada 1.000 pacientes tratados con un rango estándar de dosis, se producen entre 20 y 30 muertes adicionales por cáncer como resultado de la exposición a la radiación. Los expertos descubrieron que los pacientes que participaron en el estudio –alrededor de 19.000 en total– absorbieron la mayor parte de la radiación en la glándula tiroides, pero otros órganos como la mama y el estómago también estuvieron expuestos.
Además se encontró una relación entre la dosis absorbida por un órgano y la mortalidad por cáncer en el mismo. La relación fue estadísticamente significativa para el cáncer de mama femenino: por cada 100 miligray (mGy) recibida, se produce a un aumento del 12% en el riesgo relativo de mortalidad. Para el resto, fue del 5%.
El hipertiroidismo
Se calcula que entre el 0,8 y el 1,2% de la población padece hipertiroidismo, una patología que afecta sobre todo a las mujeres. Una de las causas más frecuentes es la enfermedad de Graves Basedow, de origen autoinmune, que estimula la glándula tiroidea. Los síntomas más habituales son el nerviosismo, el aumento de la irritabilidad, la sudoración, la aparición de palpitaciones y temblor de manos, la ansiedad y dificultad para conciliar el sueño, la debilidad muscular, las malas digestiones y la pérdida de peso. Los tres tratamientos más comunes son los medicamentos tiroideos, el yodo radiactivo y la extirpación de la glándula, que se hace en las menos de las ocasiones. En el caso del yodo, el estudio que se ha presentado abre sin duda una vía de investigación para analizar los efectos de esta terapia que tan buenos resultados estaba dando.
Según los investigadores, se necesita investigación adicional para evaluar de manera más exhaustiva la relación riesgo-beneficio de la radiación versus otras opciones de tratamiento disponibles para el hipertiroidismo.